CINCO RAZONES PARA INVERTIR EN
DEFENSA
No es ningún secreto que el
recurso económico que España destina a la Defensa Nacional es escaso, si lo
ponemos en relación con la importancia de nuestro país con los demás países de
la OTAN y con los objetivos de capacidades que el propio Ministerio de Defensa
ha establecido y que siempre se quedan a medio alcanzar precisamente por falta
de recurso financiero. También es sabido que las prioridades de la sociedad y
desde luego de los dirigentes políticos son otras diferentes de la Defensa
Nacional (Bernal Gutiérrez, 2011, 22-64). No obstante lo anterior, es hora de
que España apueste por medidas de futuro que ayuden al desarrollo de nuestro
país en el medio y largo plazo, y no gastar todos nuestros recursos en
soluciones cortoplacistas, que mantienen a nuestro país sumido en la baja
productividad, la ineficiencia económica de muchas actividades y el retraso en
las nuevas tecnologías. El gasto en Defensa, a diferencia de otros, no es un
gasto improductivo, sino una inversión.
El presupuesto de Defensa en
España está en la cola de la OTAN en términos relativos, por debajo del 2% del
PIB (Fig.1), que es la cifra que todos los países de la OTAN se comprometieron
a gastar en 2024. Pero a esto hay que añadir que la inercia presupuestaria es
el factor que más influye en la elaboración del presupuesto de Defensa
(Fonfría, 2013, 24), por lo que el presupuesto sube normalmente menos de lo que
hace el PIB y en momentos de crisis es el que sufre más recortes, por lo que el
gasto en Defensa además acumula retrasos. Esto es importante, porque los
efectos de la escasez de recurso económico en Defensa tienen efectos
acumulativos importantes. Uno de ellos es la llamada deuda de Defensa, que
arrastra el Ministerio desde hace años por la peculiar manera de financiar los
programas especiales de armamento (PEAS) (Pérez-Forniés, 2013, 50). Defensa
tiene que pagar por los materiales adquiridos pero la financiación corre a
cargo del Ministerio de Industria y las empresas devuelven la financiación
directamente al Tesoro. Ello va incrementando la deuda del Ministerio de Defensa
que se hace insostenible a lo largo del tiempo.
Además, los PEAS siempre van
retrasados. Estos efectos necesitarían una inyección extra de recurso para
recuperarse, inyección que no se produce. Cuando un Ejército plantea la
necesidad de modernizar o adquirir nuevas armas o equipos lo hace porque el
material que está utilizando se está quedando obsoleto. Como el recurso nunca
cubre todos los proyectos, algunos tienen que esperar algunos años. Mientras
tanto las obsolescencias van creciendo. Cuando se produce un recorte, uno de
los programas aprobados sufre retrasos. Y ello conlleva más retrasos sobre
otros proyectos que aún no se han convertido en programas. En consecuencia,
muchas capacidades se ven drásticamente reducidas o perdidas por un tiempo.
Pero no solo la falta de
presupuesto afecta a la adquisición o renovación del material. El
adiestramiento de los Ejércitos es esencial para que las capacidades puedan ser
realmente alcanzadas, así como la formación del personal. Si no se dispone de
recursos suficientes para el adiestramiento, tendremos un almacén de armas,
pero no un Ejército.
Lo mismo sucede con el
mantenimiento. Adquirir tecnología de última generación sin gastar en su
mantenimiento dejará los equipos inoperativos en el corto o medio plazo. Y
ponerlos de nuevo a operar supondrá la necesidad de nuevos recursos económicos,
probablemente mayores que los que no se gastaron en su momento.
Hay una tendencia a incrementar
el coste de los nuevos programas de armamento. En parte se debe al rápido
desarrollo de nuevas tecnologías que hacen que los equipos se queden obsoletos
antes que hace unos años. Otra razón es el cambio del escenario estratégico con
la aparición de la guerra híbrida que ha obligado a las Fuerzas Armadas de
todas las naciones occidentales a desarrollar capacidades más allá del
escenario convencional. De esto hablaremos después con detalle. En cualquier
caso, este incremento de coste está provocando una reducción de los medios de que
disponen las Fuerzas Armadas, ya que el presupuesto de Defensa no crece al
mismo ritmo que los costes de los programas de armamento y al tener que elegir
entre tecnología más avanzada o mayor cantidad de efectivos.
En los últimos 20 años, muchas de
las naciones de la OTAN han optado además por un modelo de Fuerzas Armadas
totalmente profesional (Valiño, 2013,52), lo que ha supuesto un notable
incremento de gasto de personal. Este gasto además hace más rígido el
presupuesto, dificultando la capacidad para incrementar el gasto en material o
sostenimiento.
España es, por extensión,
población e importancia económica, uno de los países más importantes de la
OTAN. Nuestra contribución a las misiones internacionales de la Alianza también
está en concordancia con esa importancia. Sin embargo, en el ámbito
presupuestario, España está situada claramente por debajo de los principales
países europeos de la Alianza (Fonfría, 2013, 35). A nadie engaña el hecho de que,
sin un presupuesto adecuado, el papel de España no refleja las verdaderas
capacidades que tienen nuestras Fuerzas Armadas.
Los asuntos referentes a la
Defensa Nacional no son prioritarios para nuestros dirigentes. La mayoría de
los españoles no se sienten amenazados por ninguna potencia. Pero el problema de
la Defensa y Seguridad es que cuando somos conscientes de su importancia, ya es
tarde para remediarlo. Porque habrá pasado algo irremediable. En 1898 España se
vio abocada a una guerra con los Estados Unidos que nuestros dirigentes
políticos no fueron capaces de impedir, prevenir o preparar. El resultado ya lo
conocemos: una derrota humillante que hundió la autoestima, el patriotismo y
dio alas a movimientos políticos separatistas y antiespañoles.
En la cumbre de la OTAN de Bruselas, el 2 de julio de 2018, el presidente Pedro Sánchez se comprometió a gastar el 2 % exigido por la Alianza y los EEUU, ratificando así el compromiso que adquirió su predecesor e
n 2017. Sin embargo, la necesaria evolución del presupuesto para alcanzar ese compromiso en 2024, hace poco creíble ese compromiso (Fig.2).
Fig. 2. Gasto en Defensa en relación al PIB. Fuente:“La inversión en defensa en España: una
asignatura pendiente”, Fernando Álvarez Gómez-Lechón (IEEES).
En la actualidad, el presupuesto de
Defensa no es solamente un gasto necesario para proveer al país de los medios
de Defensa que necesita, tanto para la persuasión, como para defender intereses
estratégicos y mitigar amenazas en el Exterior, sino que también una inversión
que tiene importantes externalidades positivas en la vida del país. Por ese
motivo, en este trabajo hablaremos de inversión y no de gasto en Defensa y
daremos cinco poderosas razones para cambiar esta tendencia: las dos primeras
de orden estrictamente defensivo y las tres restantes como efectos beneficiosos
para el desarrollo y la economía nacional.
1. RESURGIR
DE LA AMENAZA CONVENCIONAL
Aunque el final de la guerra fría
trajera una reducción del gasto militar en todo el mundo, el escenario estratégico
mundial ha cambiado mucho desde entonces y las llamadas potencias emergentes,
como China o India, están aumentando su gasto militar. También lo está haciendo
Rusia, que pese a no disponer de una fortaleza económica que le permita seguir
la estela de otras potencias, está dispuesta a conseguir objetivos políticos y
estratégicos mediante el uso de las Fuerzas Armadas, y ello ha conducido a un
notable incremento de su presupuesto de Defensa. Estados Unidos, como primera
potencia militar del planeta, está asimismo incrementando su gasto tras varios
años de reducción, con la intención de mantener su hegemonía mundial.
En este escenario mundial,
Europa, que desde el final de la Segunda Guerra Mundial ha descansado su
Defensa en el apoyo de su principal aliado, los EEUU, está recibiendo presión
desde el otro lado del Atlántico para que asuma su propia Defensa y deje de
actuar como free raider. Fruto de
esta presión estadounidense ha salido el compromiso de mantener un presupuesto
de Defensa del 2% del PIB que además debe ser invertido en capacidades reales
de Defensa. España, como país miembro de la OTAN, tiene un compromiso con la
Alianza de contribuir en la medida de su capacidad y no puede permanecer al
margen ante amenazas globales, aunque no se sientan como propias. Por ejemplo,
para algunos Estados miembros, como Noruega, Polonia o las repúblicas Bálticas,
la amenaza de Rusia es prioritaria. Aunque en otros países como España, la
amenaza de Rusia no se ve del mismo modo, estamos contribuyendo a la defensa
del espacio aéreo de esos países aliados en el marco de la OTAN. Asimismo, y a
modo de compensación, España ha logrado el compromiso de la Alianza para la
llamada defensa del flanco Sur, que comprende las amenazas procedentes del
Norte de África. Desde la caída del muro de Berlín, la OTAN debe ser entendida
de un modo diferente, en el que las amenazas son cambiantes y menos definidas,
y los intereses nacionales deben ser coordinados.
Particularmente, en el denominado
flanco Sur, que tanto interesa a España, se habla de conflictos locales,
Estados fallidos, terrorismo transnacional, y otros sucesos que provocan olas
de inmigración ilegal, tráfico de drogas, armas y de personas y otros fenómenos
delictivos que desestabilizan la región. A su vez, los países de la zona han
incrementado sus Fuerzas Armadas y sus medios de Defensa, que en principio no
son una amenaza para España, pero que la desestabilización podría hacer que lo
fueran.
Marruecos por ejemplo, ha incrementado
notablemente sus capacidades militares: su porcentaje de gasto en defensa del
PIB hasta el 3.2% (alrededor de 3.700 millones de dólares). Marruecos ha
contratado la modernización de su flota de 23 F-16 al bloque 52, y ha adquirido
25 ejemplares adicionales de una de las versiones más avanzadas del modelo: el
Bloque 72. Adicionalmente, ha adquirido 222 carros de combate M1A1 Abrams, y
está en proceso de adquirir 162 unidades de un modelo más avanzado: el M1A2, lo
que conforma una fuerza acorazada dotada con 384 unidades modernas y capaces,
por encima de los 300 carros de los modelos Leopard 2E y 2A4 que opera nuestro
Ejército de Tierra. Washington ha autorizado también la venta de 36
helicópteros AH-64 Apache –robusto, probado en combate, y en número y capacidades
superior a nuestros 24 Eurocopter Tigre-, 3 helicópteros CH-47D Chinook, y una
amplia panoplia de municiones que incluye misiles antiaéreos Stinger y
anticarro TOW. La última adquisición: misiles antibuque AGM-84L, que pueden ser
lanzados desde los cazas F-16, y que podrían suponer una amenaza para nuestra
Fuerza Naval (Fuerza Naval, 2020). Marruecos también podría adquirir aviones
F-35, cazas de quinta generación, tras el acuerdo alcanzado con EEUU.
Al igual que Marruecos, Argelia
ha aumentado su presupuesto militar hasta el 3,2% de su PIB, gracias al cual se
ha estado equipando militarmente con material ruso moderno en estos últimos
años, operando con cazas Sujoi SU-30 MKA, helicópteros de ataque Mi-28NE Havoc
y carros de combate T-90. No obstante, donde más ha llamado la atención el
rearme argelino ha sido en su marina de guerra, que se está dotando actualmente
con dos modernas fragatas de la clase MEKO-A200, tres corbetas chinas de la
clase C-28A e incluso un buque LPD italiano para operaciones anfibias. Argelia
cuenta ahora con una de las fuerzas más modernas del Mediterráneo, con seis
submarinos clase Kilo, cuatro de ellos recibidos en la última década (Foro
Naval, 2020).
Las capacidades de guerra
convencional en las Fuerzas Armadas Españolas se han visto reducidas en las
últimas décadas de manera ostensible, en parte por la necesidad de atender a su
modernización, pero también por tener que atender a nuevas amenazas de orden
asimétrico, más complejas, y también para adaptarse a las necesidades de las
misiones que han venido desempeñando en el Exterior.
En este sentido podemos comparar
los medios de que disponían las Fuerzas Armadas Españolas en la década de los
noventa y las que disponen hoy. Por citar algunos ejemplos, y siempre salvando
importantes distancias, el Ejército de Tierra tenía más de 840 Carros de
combate hace tres décadas y ahora dispone de poco más de 200 cuya operatividad
plena solo corresponde a una parte. La Armada, asimismo, tenía 17 escoltas, (11
fragatas y 6 Corbetas con capacidades antisubmarina, antiaérea y anti
superficie), disponiendo ahora solo de 5 fragatas plenamente operativas. El
Ejército del Aire disponía en los noventa de unos 210 aviones de combate con
capacidad aire-aire y aire-superficie, disponiendo ahora solo de 156 (86 EFA
Typhon y 70 F-18 Hornet). Estas comparaciones son enormes simplificaciones que
admiten muchos matices, pero sí reflejan la reducción en general de efectivos
operativos que las Fuerzas Armadas han experimentado en capacidades de guerra
convencional.
Es importante que las Fuerzas
Armadas dispongan del material más moderno y eficaz, pero si su número se
reduce indefinidamente las capacidades militares de que dispongamos estarán muy
mermadas por muy moderna tecnología que manejen. En el Reino Unido N. Davies,
A. Eager, M. Maier and L. Penfoldhan hecho un estudio titulado:” INTERGENERATIONAL EQUIPMENT COST ESCALATION” en el que
analizan como han ido subiendo los costes por unidad en los programas de
armamento del país. En EEUU RAND CO ha hecho un estudio similar (Lorell, Leonard,
Doll, 2015) sobre la diferente evolución de los costes de los programas de
armamento en aviones y armas guiadas. El estudio concluyelos problemas que va a
tener el país para mantener sus capacidades militares debido a la reducción progresiva
del número de unidades con los que van a contar las Fuerzas Armadas de los EEUU
debido a este incremento de costes en el futuro.
Fig 3. Evolución del coste por
unidad de destructores para la Royal Navy y de los aviones de combate de la
RAF. Fuente:”INTERGENERATIONAL EQUIPMENT COST ESCALATION”
En el caso español ocurre algo
similar, agravado además por el ya mencionado desplazamiento de prioridades.
Los carros de combate del Ejército no se llevan a misiones de paz en el Exterior,
por lo que han dejado de ser prioritarios. En la Armada, la prioridad ha pasado
a ser la Seguridad Marítima, en detrimento de la guerra convencional. Los
barcos empleados pueden ser los mismos, pero las capacidades no. Para la lucha
contra la piratería, la vigilancia contra la inmigración ilegal o las
operaciones de control de embargo de armas no precisan de capacidades
antisubmarinas, antiaéreas o anti superficie. Aunque los barcos dispongan de
sistemas para esas capacidades no tiene por qué estar operativos ni las
dotaciones adiestradas. Lo que las Fuerzas Armadas españolas están haciendo
debido a los recortes presupuestarios es priorizar unas capacidades sobre
otras, y en ello se están asumiendo riesgos importantes en Defensa y Seguridad.
2. NUEVAS
AMENAZAS.
Los conflictos más recientes,
como el de Ucrania, por ejemplo, están poniendo de manifiesto que la guerra,
lejos de manifestarse de un modo visible y estrictamente militar, se lleva a
cabo por todo tipo de canales, tradicionalmente alejados de lo que podríamos
denominar el ámbito militar. El uso de esas nuevas malas artes ha llevado a la
OTAN a definir lo que se conoce como guerra híbrida, que, sin renunciar al uso
de armas convencionales, introduce sus tentáculos en otros ámbitos
especialmente peligrosos por ser menos perceptibles.
La guerra híbrida emplea modernas
tecnologías con el objeto de desestabilizar un país objetivo sin tener que
mostrar abierta hostilidad, al menos inicialmente, hacia él. Son técnicas en
las que el origen de la amenaza pretende permanecer oculto. Una de las técnicas
más conocidas y peligrosas de la amenaza híbrida es la Ciberguerra. La mejor
manera de luchar contra la guerra híbrida es disponer de eficaces servicios de
inteligencia y buenos medios para proteger las comunicaciones y los sistemas de
información. Muchas de las técnicas empleadas en la guerra híbrida son comunes
a bandas criminales y delincuencia organizada por lo que entramos en un terreno
que no es, como podía entenderse, exclusivamente militar.
Pero además de la guerra híbrida,
las Fuerzas Armadas de los países occidentales, entre ellos desde luego España,
están asumiendo funciones que no son, strictu
sensu, militares. Estas misiones pueden ser la lucha contra epidemias, como
estamos viendo en la operación Balmis, la lucha contra la inmigración ilegal
(Operación Sophia de la UE), la lucha contra la piratería, la ayuda en
catástrofes naturales dentro y fuera de nuestro país, el rescate marítimo, y
otras labores de policía o de colaboración CIMIC (cívico-militar) en el ámbito
de operaciones de paz en el Exterior. Todas estas operaciones, que suelen ser a
menudo prioritarias plantean un problema importante a las Fuerzas Armadas en un
entorno de recursos limitados, pero también pueden suponer una gran oportunidad.
En la actual situación, como se
ha indicado, los escasos recursos con los que las Fuerzas Armadas cuentan han
producido un desplazamiento de las capacidades militares convencionales en
favor de otras, que suelen ser más valoradas por la Opinión Pública y por tanto
más prioritarias para los dirigentes políticos. Pero esta situación también
favorece una mejor valoración de las Fuerzas Armadas y facilita su acceso a los
necesitados recursos económicos.
Asimismo, al desempeñar estos
cometidos, las Fuerzas Armadas se convierten en consumidores de material que
otras instituciones, incluso del sector privado, también están necesitadas.
Esta situación favorece que exista una convergencia de intereses con diversas
instituciones civiles que facilite una mayor demanda de estos materiales, y por
tanto menores precios, y también que las inversiones de Defensa en I+D+I
beneficien no solo al sector industrial considerado casi exclusivamente de
Defensa, sino a un elenco más amplio de empresas con muchos clientes civiles que
puede activar mercados en el país y generar tecnologías de gran interés (Carlos
Martí,2013,160).Esta sería una de las externalidades positivas que se van a
mencionar más adelante, pero para impulsar este desarrollo de tecnologías de
seguridad de interés no exclusivo de las Fuerzas Armadas, es necesario invertir
en ellas. Es el acceso a la innovación lo que necesitan estas empresas y la
falta de músculo financiero la que lo dificulta. Y dado que Defensa las
necesita para afrontar las nuevas amenazas y acometer sus misiones, la
inversión en Defensa podría satisfacer ambos objetivos.
3. INTERESES
ESTRATÉGICOS NACIONALES.
Desde que España abandonó su
aislamiento internacional para integrarse en Europa y en el mundo de las
democracias occidentales, la política de Seguridad y Defensa ha estado siempre
ligada a las de las organizaciones internacionales en las que se ha integrado,
especialmente la OTAN y la UE. Sin embargo, a diferencia de otras naciones como
Francia o el Reino Unido, la política de intereses estratégicos de España al
margen de los intereses colectivos de esas organizaciones, aparece difuminada o
enormemente debilitada. ¿Significa eso que España carezca de intereses
nacionales al margen de la UE o de la OTAN? No, como claramente se ha
establecido en distintos documentos como la Directiva de Defensa Nacional o la
Revisión Estratégica de la Defensa. Lo que quiere decir es que España, al
margen de esas organizaciones, dispone de un grado de influencia muy limitado
para la consecución de esos fines, especialmente si se trata de situaciones de
crisis donde las Fuerzas Armadas son un instrumento para la defensa de dichos
intereses. Quedo claramente de manifiesto en la crisis de Perejil donde en
determinados momentos la debilidad de España era evidente.
Las causas de esta debilidad
internacional son muy diversas y tienen que ver más con la política interna que
con la de Defensa. Para los dirigentes políticos las estrategias de política
Exterior muy marcadas suponen un riesgo que no quieren asumir, por las consecuencias
que a corto plazo pueden traer en la política doméstica de división de la
sociedad o de conflicto político. La casi única excepción en la historia
reciente de nuestro país fue la crisis pre bélica en Irak donde el presidente
Aznar apostó por una alineación total con las potencias que luego invadirían el
país, pero sin el acuerdo ni en la UE ni en la OTAN, y con las consecuencias
que todos conocemos.
España, sin embargo, es un activo
participante en las misiones de paz internacionales, tanto en el ámbito de la
ONU como en el de la OTAN, y debería hacer valer más esa participación. España
tiene además un enorme potencial de influencia en América, donde existe una
gran afinidad cultural e histórica. Algún día, la clase política española
descubrirá la necesidad de que España se convierta en un actor relevante en la
escena internacional y para entonces necesitará unas Fuerzas Armadas preparadas
para ello. Además de la defensa de los intereses nacionales, las Fuerzas
Armadas son unas magníficas embajadoras allá donde van. La colaboración con
países en vías de desarrollo para mejorar la capacidad de sus Fuerzas Armadas,
es también una forma de crear vínculos, exportar prestigio y favorecer
prosperas relaciones comerciales.
4. DESARROLLO
DE LA INDUSTRIA DE DEFENSA
La industria de Defensa es la
encargada de proporcionar el material necesario para que las Fuerzas Armadas
puedan llevar a cabo sus cometidos. Por razones estratégicas, es importante que
las empresas que proporcionan estos bienes sean nacionales, impidiendo de ese
modo la dependencia de potencias exteriores en caso de conflicto armado. Debido
a la creciente importancia de la tecnología en el desarrollo de capacidades
militares, muchas de las armas y sistemas que usan las Fuerzas Armadas
Españolas son suministradas por empresas extranjeras, especialmente aquellas
procedentes de Estados Unidos. Esto implica una dependencia importante en caso
de conflicto. Para tratar de reducir esa dependencia, el Gobierno de España, y
particularmente el Ministro de Defensa, es responsable del desarrollo de una
industria nacional de Defensa, ya sea de titularidad pública (caso de Navantia)
o privada (Indra). En el ámbito de la UE, la necesidad de proteger la industria
de Defensa permite a los Estados miembros medidas de proteccionismo que están vetadas a otros sectores. Este
entorno favorece que industrias que tendrían serios problemas para sostenerse
económicamente en el sector Defensa debido a los altos costes fijos, a la
dependencia de su casi único cliente (el Estado) y a la larga duración y alto
coste de los programas de armamento, puedan ser incentivados mediante la
financiación del Estado. Esto permite al Ministerio de Defensa conseguir que
sus necesidades de material sean proporcionadas por empresas nacionales, y a su
vez invertir en un sector que trabaja dentro del campo de la innovación y que
por tanto produce beneficios a nivel nacional en el desarrollo de nuevas
tecnologías, no solo aplicables al ámbito de la Defensa.
En resumen, las inversiones que
el Estado hace en empresas del sector Defensa para el desarrollo de programas
de armamento necesarios para las capacidades que las Fuerzas Armadas necesitan,
produce otras externalidades positivas en la industria nacional y en la
economía en general, como son:
-
Redireccionar beneficios que van a empresas
extranjeras hacia otras de nuestro país.
-
Invertir en el desarrollo de nuevas tecnologías
que permiten a empresas españolas competir en mercados diversos, tanto en
España como en otros países, que de otra manera no les serían accesibles. Es
importante añadir, que como se dijo en el punto 2, muchas de estas tecnologías
son requeridas en mercados de bienes civiles.
-
Reforzar el tejido industrial de la nación,
permitiendo el desarrollo de áreas económicamente deprimidas o demasiado
dependientes de otros sectores de la economía.
Naturalmente estos efectos son
adicionales a la consecución del objetivo principal que no es otro que asegurar
los bienes que las Fuerzas Armadas necesitan y hacerlo a través de empresas
nacionales en la mayor medida posible para evitar la dependencia externa.
Es necesario que estas políticas de inversión
sean consistentes y sostenidas en el tiempo para que las empresas del sector
puedan asegurar sus beneficios y financiación. En España, la mayoría de las
empresas que suministran a Defensa, son pequeñas y carecen de un músculo
financiero robusto. Hay un sobredimensionamiento de la oferta en el mercado de
la Defensa que precisa de una reestructuración (Fonfría, 2013, 132-133). La
innovación es un entorno de riesgo y además con fuertes barreras de entrada. Es
necesario que el Estado contribuya a desarrollar la industria de Defensa
mediante esas inversiones que las empresas, en España la mayoría pequeñas, no
pueden asumir.Ello les dificulta afrontar inversiones de gran volumen o de
cierto nivel de riesgo. En otros países,
como el Reino Unido o Francia la fortaleza de su industria reside en la
seguridad que garantiza un cliente como el Estado que invierte más
generosamente en Defensa. Esa robustez les permite acceder a mercados
exteriores. La industria de Defensa es un mercado competitivo, pero en todos
los países el Estado permanece como el cliente principal.
Aunque no se ha podido demostrar
que la inversión en Defensa en general produce beneficios económicos en todos
los casos, hay elementos que determinan que así sea, concretamente cuando la
inversión implica más exportación que importación(Carrasco-Gallego,2013,81). Los
datos de España demuestran que las empresas ligadas al sector Defensa tienen
una balanza comercial positiva (Fonfría, 2013,128). Cuando eso sucede el gasto
en Defensa se traduce en crecimiento económico (Carrasco-Gallego,2013,80).
Además, el crecimiento de este sector está asegurando inversiones en el campo
de la innovación, que otros sectores no realizan. Cuando el gasto en Defensa se
traduce en consumo interno, las externalidades son positivas y se contribuye al
crecimiento económico nacional (Carrasco-Gallego, 2013,85). En España, las
empresas de Defensa han contribuido al crecimiento del PIB por encima de su
propio peso. De acuerdo con el estudio más exhaustivo realizado hasta el
momento, por cada 1 000 euros de inversión en defensa en el año 2010 se
añadieron 1 294 euros al PIB. En total, el Ministerio de Defensa y sus
organizaciones afiliadas generaron un valor añadido bruto de 12 111 millones de
euros (un 1,16 % del PIB español de ese año) (Fernando Álvarez-Lechón, 2020,
14). Según la asociación de empresas del sector TEDAE, la actividad de estas
empresas en 2019 supuso: facturación de 7.156 millones de euros, 3,5 % del PIB
industrial, 63% de facturación procedente de exportaciones, 23.633 empleos
directos y un 9,8% de la facturación invertido en I+D+i (fig.4).
Desde el final de la Guerra Fría,
hay una tendencia a intentar reducir la dependencia de Estados Unidos para la
Defensa y Seguridad de Europa. Por un lado, Estados Unidos desea reducir su
presencia militar en Europa y que los aliados se hagan más responsable de su
propia defensa, tanto por el coste que le supone, como por la disminución de la
amenaza. No obstante, con la política más agresiva de la Rusia de Putin con sus
vecinos esto debe ser matizado. Pero también es un hecho que otras zonas del
mundo requieren una gran atención de los Estados Unidos, como la amenaza de
Corea del Norte sobre sus vecinos y el rearme de China que amenaza a Taiwán.
Estados Unidos está comprometido con la defensa de Japón, Corea del Sur y
Taiwán del mismo modo que lo está con Europa, pero necesita que sus aliados
compartan los esfuerzos en Defensa porque la posibilidad de enfrentar dos
crisis bélicas simultáneamente en zonas tan alejadas del planeta resulta casi
imposible incluso para la superpotencia.
Por otro lado, Europa desea
marcar su propio rumbo y no siempre seguir la senda que marque el aliado
trasatlántico, como ya se vio en la crisis de Irak y en menor medida en otros
asuntos, pero para poder hacerlo necesita desarrollar sus capacidades militares
y para ello tiene que invertir más en Defensa. Está claro, y siempre se ha
recalcado en esos términos, que las políticas europeas de Seguridad y Defensa
no van contra la alianza con los Estados Unidos ni contra la OTAN, sino para
complementarlas. Es decir, reducir la dependencia, pero no eliminar el vínculo
sino entenderlo, en otros términos.
España ha apostado siempre por
todas las iniciativas europeas en materia de Seguridad y Defensa, comprometiéndose
a participar en todas las iniciativas que permitan la construcción de una
Seguridad Europea sin la inclusión de los Estados Unidos. Ello nos ha llevado a
desplegar nuestras Fuerzas Armadas en misiones dirigidas por la UE, en
distintas zonas, pero ello implica un compromiso presupuestario que nuestro
país siempre intenta eludir, y como no es el único, casi siempre lo logra.
El problema de construir una
Defensa europea que vaya más allá de las misiones Petersberg[1]está
en la propia esencia de la UE. Europa se compone de 28 países, la gran mayoría
de ello pequeñas potencias sin recursos suficientes por sí solas. La UE es un
gigante económico en cuanto mercado único que es, pero la falta de unidad lo
convierte en un enano político y estratégico. Aunque los Estados europeos
invirtieran más dinero en sus Fuerzas Armadas, nunca alcanzarían ni de lejos
las capacidades de los Estados Unidos. Cada nación invierte sus propios
recursos en capacidades propias sin tener demasiado en cuenta la dimensión europea
de la Defensa, provocando múltiples duplicidades y haciendo inviables por
altamente costosos, programas de armamento de alta tecnología. Por ello, se
hacen necesarios los programas de colaboración entre las empresas europeas
(Fonfría 2013,125).
Para mitigar, o quizá eliminar
algún día, estos inconvenientes, la UE ha decidido dotar a su política de
Defensa y Seguridad (PCSD) de un fondo que proporcione recurso económico para
establecer y mantener una base industrial sólida que proporcione los medios
materiales que todas las naciones europeas necesitan. El proyecto consolida una
tendencia que ya se venía siguiendo en Europa de compartir programas de
adquisición de material de Defensa, como el EFA o el Airbus 400M. Sin embargo,
el Fondo Europeo para la base tecnológica e industrial de la Defensa (EDTIB) va
más allá. El fondo se constituirá con fondos europeos y financiará los
proyectos presentados que sirvan para alcanzar las capacidades europeas de
Defensa que están contempladas en la PCSD y que no se van a limitar a las
operaciones en curso, sino también a la disuasión (Arteaga y Simón, 2019, 10).
El fondo puede complementar programas nacionales siempre que sirvan para
alcanzar capacidades europeas de Defensa. Por el contrario, limitará el acceso
de empresas no europeas a dichos fondos. La identificación de estas capacidades
en un plan de desarrollo, la coordinación de los proyectos PESCO y los
planeamientos nacionales de Defensa corresponderá a la EDA, agencia europea de
Defensa, que va a desempeñar un papel fundamental.
¿Qué supone para España la puesta
en marcha del EDTIB? Para España y su industria de Defensa el EDTIB es una
oportunidad y un enorme desafío. Por primera vez, España tendrá acceso a fondos
europeos para financiar directamente nuestros programas de Defensa, pero a
cambio España deberá proponer y cofinanciar dichos proyectos (Arteaga y Simón,
2019, 19-20). Si España se retrasa o no toma este tipo de iniciativas otros
países lo harán y se llevarán su parte de la tarta. La industria española de
Defensa no solo no se beneficiará de dichos fondos, sino que sus competidores
europeos sí lo harán. Además, España estará financiando de manera indirecta a
empresas de otros países.
6. CONCLUSIÓN
El reducido presupuesto que
España asigna a Defensa en cada ejercicio, está privando a las Fuerzas Armadas
de los medios que necesita para alcanzar las capacidades que permitan el
cumplimiento de sus misiones. Esta falta de presupuesto está dejando a nuestro
país por debajo de nuestros aliados y de otras potencias que pueden convertirse
en amenazas. Además, la escasez del recurso impide el desarrollo de la
industria nacional de Defensa, que es necesaria para asegurar la independencia
de la nación y que además produce externalidades muy positivas en el desarrollo
tecnológico e industrial del país. Finalmente, la política de la UE de unir
esfuerzos en Defensa para el desarrollo de una política común, no solo para el
soporte de operaciones militares combinadas de mantenimiento de la paz, sino
para asegurar la defensa de Europa mediante una disuasión eficaz, ha
cristalizado en la creación del EDTIB, que supone una oportunidad y un desafío
para España, que no podrá aprovechar sin un presupuesto de Defensa más robusto.
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VALIÑO, AURELIA. Capital humano y políticas de personal. “Lecciones
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[1] Las
misiones Petersberg son operaciones de mantenimiento de la paz, humanitarias y
de gestión e crisis de combate. Fueron las primeras misiones militares que la
UEO acordó llevar a cabo, y sirvieron de base para aprobar y desarrollar operaciones combinadas
fuera del territorio de la UE.