miércoles, 25 de mayo de 2022

CUANDO RUSIA ATACA...

Es bien conocido que la conquista militar de Rusia es una empresa hercúlea. Lo aprendieron bien Hitler y Napoleón, que lo intentaron, y que concluyeron en sonados desastres militares. Sin embargo, menos conocido es el hecho de las campañas militares de Rusia fuera de sus fronteras. Es decir, que es lo que ha sucedido cuando Rusia ha iniciado una guerra de ocupación fuera de su territorio. Si repasamos todas las guerras que Rusia o la URSS emprendió fuera de su territorio, en los siglos XIX y XX, tenemos:

Las primeras campañas contra Napoleón, Rusia se alía con otras naciones para frenar el poder de Napoleón en la Tercera coalición, que finaliza con la derrota de los rusos y austríacos en Austerlitz (1805). De nuevo Rusia se alía con otras potencias europeas para frenar la ambición del emperador francés en la Cuarta coalición. Los rusos vuelven a ser derrotados en Fiedland y obligados a formar la paz de Tilsit (1807). Este acuerdo de paz no durará mucho porque Napoleón invade Rusia en 1812, sufriendo su peor derrota y la pérdida de la mayor parte de su ejército.

La guerra de Crimea (1853-1856). Aprovechando la debilidad de su histórico rival, el imperio otomano, el zar Nicolás I emprendió una guerra de conquista en el Danubio y en el Caúcaso. El temor a un desplome del Imperio otomano hizo que entraran en el conflicto las potencias europeas Francia y Gran Bretaña, que desembarcaron en la península de Crimea. La guerra se prolongó y produjo numerosas bajas, finalizando con una derrota rusa que vio a sus enemigos ocupar Sebastopol. El tratado de paz coincidió con la muerte del zar y la llegada al poder de Alejandro II que vio en el atraso del país, la causa de la derrota. En consecuencia, inició una autentica revolución político u social: abolió la servidumbre, reformó la legislación penal, la administración y el Ejército. Rusia inició una convulsión social que puso en jaque a todas las instituciones.

La guerra ruso-turca de 1877. Las rebeliones eslavas contras los musulmanes en los Balcanes dieron a Rusia la oportunidad de intervenir de nuevo contra el Imperio Otomano y aumentar su influencia en Europa del Este. El zar Alejandro II, con un Ejército más moderno y preparado que en la guerra de Crimea, tuvo un gran éxito en sus campañas iniciales llegando a amenazar Estambul en 1878. Pero la flota británica acudió de nuevo al rescate de los otomanos y obligó al zar a una forzada negociación de paz. Las aspiraciones rusas se quedaron a medio camino. Los grupos revolucionarios intensificaron sus acciones contra el zar que sufrió tres atentados fallidos contra su persona, hasta el que le costó la vida en 1881.

La guerra contra Japón en Manchuria (1905). Las aspiraciones rusas de abrir un puerto con salida al Pacífico chocaron con el imperialismo japonés en Manchuria. Los japoneses derrotaron y humillaron a los rusos por tierra y por mar, provocando una gran indignación en el país. La dura situación de las clases más desfavorecidas provocó una revolución social por todo el país, que pese a la dura represión inicial, no pudo ser controlada. EL zar tuvo que aceptar la creación de la Duma, el primer parlamento democrático, y otras concesiones.

La Primera Guerra Mundial contra Alemania, el Imperio Otomano y Austria-Hungría (1914-1917). La delicada situación que vivía Rusia, en lo social y económico, se agravó con la entrada del país en la Primera Guerra Mundial. El ejército ruso no logró derrotar a los alemanes ni al resto de sus enemigos, y se enfrascó en un desgaste que provocó efectos devastadores en la población. En esta situación se produjo la revolución de febrero de 1917, que inició la democratización del país, pero los bolcheviques se rebelaron de nuevo en octubre del mismo año, aprovechando que el gobierno provisional no ponía fin a la guerra. Tras firmar la paz con Alemania, la nueva Rusia se vio inmersa en una guerra civil que duró hasta 1921.

La guerra de invierno contra Finlandia (1940). Aprovechando la tranquilidad que le daba el pacto de no agresión con la Alemania de Hitler y la declaración de guerra de Francia e Inglaterra a ésta, Stalin ordena la ocupación de Finlandia, que se negaba a las exigencias soviéticas de anexión. El ejército rojo invadió el país vecino en pleno invierno, pero infravaloró a su oponente y sufrió una derrota muy dolorosa con numerosas bajas. A pesar de los escasos logros alcanzados por los soviéticos, Finlandia le cedió partes de su territorio para alcanzar la paz.

La ocupación de Afganistán. Con la URSS establecida como superpotencia mundial, heredera de la Rusia zarista, y líder del pacto de Varsovia, se emprendió la expansión del comunismo en el mundo. Para competir con los EEUU, la URSS favoreció regímenes afines en distintas zonas del mundo, pero, justo en sus fronteras, en Afganistán, invadió el país para tratar de sostener el régimen establecido en diciembre de 1979. La guerra de Afganistán supuso un enorme desgaste para la URSS, que acabo produciendo un desastre económico y supuso la reforma del sistema político por parte del líder Gorbachov, que ordenó la retirada en 1989. Lo que Gorbachov no previó fue el colapso de la URSS, su desintegración dé distintas repúblicas y el final del sistema autoritario basado en el partido comunista.

Como vemos, todas las guerras que Rusia ha iniciado fuera de su territorio en los dos últimos siglos han terminado en una sonora derrota, quizá con la excepción de la guerra de 1877; y la casi totalidad de dichas derrotas han provocado revoluciones más o menos violentas o exitosas en el interior del país.

¿Ocurrirá lo mismo en Ucrania en su guerra del siglo XXI?