miércoles, 12 de febrero de 2025

 ¿PAZ NEGOCIADA EN UCRANIA?

Trascurridas las primeras cuarenta y ocho horas desde que el presidente Donald Trump fuese investido, la Guerra de Ucrania no se ha terminado, pese a que ésta fue su promesa durante la campaña electoral. Muchos pensarán que quién iba a creerse tal cosa, que nadie le votaría por eso, pero lo cierto es que cuando un candidato promete algo es porque alguien va a creérselo. Lo que dejó claro el fallido anuncio de Trump, es que el presidente de los EEUU es un abonado al populismo. Porque, recordemos, que la característica principal del populismo es hacer creer al ciudadano que las soluciones a los problemas complejos son sencillas pero que solo ellos están dispuestos a aplicarlas, y que el resto de dirigentes no solucionaron los problemas, no porque éstos sean complicados, sino porque no están dispuestos a aplicar las soluciones o no son capaces de llevarlas a cabo. Trump quiso dejar claro que hay guerra en Ucrania por culpa de Biden, de hecho, no ha dudado en afirmar que, con él en la presidencia, no habría sucedido tal desgracia. Seguramente, que, como con el anuncio de la paz en cuarenta y ocho horas, también habrá quien se lo compre.

¿No quiso Biden acabar con la guerra en Ucrania y Trump sí quiere? Pues, obviamente, la respuesta no es tan simple. Biden no quiso acabar con la guerra a cualquier precio, se comprometió con Ucrania por una cuestión de principios, también de intereses, y solo estaba dispuesto a buscar una paz en la que Rusia saliese derrotada. Trump tiene otra mentalidad, otra forma de ver el papel de EEUU en el mundo y eso incluye su postura sobre la Guerra de Ucrania. Para Trump, EEUU es una gigantesca empresa que debe ganar dinero y competir con el resto del mundo, y el presupuesto que EEUU se gasta en las guerras en el exterior es un despilfarro. La Guerra de Ucrania ha subido la deuda en el país y lo sufren los ciudadanos americanos. Sabemos que Trump piensa así, porque ya fue presidente antes. En su anterior mandato, abandonó la misión en Siria y después pactó con los talibanes la salida de Afganistán, manzana envenenada que se comió su sucesor después. Trump tampoco quiere involucrarse mucho en la defensa de Europa, y exige a sus aliados que gasten más en Defensa. Todos los presidentes anteriores han hecho esta reclamación antes, pero ninguno se la ha tomado demasiado en serio, excepto él. Trump es un aislacionista y un nacionalista, que solo tendrá como aliados los que le convengan en cada momento. No le gustan las guerras con armas, pero le encantan las guerras económicas. Alma de empresario, que como decía don Vito Corleone, piensa que la guerra es mala para los negocios. Aunque no es el tema de este artículo, personalmente creo que la política exterior de Trump es errónea, con independencia de los aspectos éticos de la misma. Lo creo, porque incluso desde un punto de vista empresarial, los aliados son imprescindibles en la actual posición de EEUU en el mundo. EEUU depende tanto de su comercio exterior, como otros dependen de él. Su imagen exterior es determinante para alcanzar muchos beneficios. Si EEUU abandona la posición de protector de la democracia en el mundo, muchos países dejarán de buscar su ayuda y, por tanto, dejarán de hacerle ofertas y tratos ventajosos. La hegemonía de EEUU en el mundo se sustenta en su poderosa influencia, y en ella también cuenta el hardpower, el poder militar.

Pero volvamos a Ucrania. ¿Qué puede hacer Trump que no haya podido o querido hacer su antecesor? ¿Cómo se puede lograr la paz en aquel país?

El primer problema que tiene Trump es que ha heredado una posición que no es precisamente de neutralidad. Para buscar una oferta negociada que pueda ser aceptada por las dos partes ésta tiene que partir de un mediador neutral, o venir impuesta bajo amenazas a uno de los contendientes. Si Trump abandona su posición de apoyo a Ucrania y se sitúa en un punto neutral, está dejando a Ucrania sin opciones en la mesa de negociación. Sin el apoyo de EEUU y Europa, Ucrania está condenada a la derrota, lo saben los ucranianos y lo saben los rusos. Por tanto, situarse en una posición de neutralidad equivale a traicionar a los ucranianos y pasarse al bando ruso, aunque sus demandas puedan ser más moderadas que las del Kremlin. Por el contrario, si Trump intenta negociar sin dejar de apoyar a Ucrania, los rusos no aceptarán sus ofertas a menos que Trump tenga más capacidad de coacción que su antecesor. Y ¿qué puede emplear Trump contra Rusia que no haya empleado ya Biden? Pues posiblemente nada, aunque el paso del tiempo, pueda acabar pareciendo que sí dispone de algo más. Derrotar militarmente a Rusia en el campo de batalla y recuperar los territorios conquistados parece misión imposible en el medio plazo. EEUU, por supuesto, puede proporcionar más material de guerra y más moderno, pero Trump iba a tener que explicarles a los norteamericanos como va a gastarse más dinero en una guerra que prometió acabar en dos días. También puede ralentizar una negociación y esperar que las sanciones económicas hagan su efecto, lo que no ha sucedido hasta ahora. Sin embargo, estos últimos meses algo está cambiando en Rusia. Por primera vez desde el comienzo de la guerra, la inflación está subiendo rápido y el rublo empieza a desplomarse. Las ventas de petróleo y gas ya no le generan tanto beneficio, el cierre del gasoducto que atraviesa Ucrania también le va a producir perdidas millonarias, mientras que muchos países de Europa ya han encontrado soluciones alternativas. Otros, como Moldavia, Eslovaquia o Hungría lo van a sufrir. Zelensky ya ha prometido ayudar a los moldavos, pero lo que le suceda a Eslovaquia o Hungría lo tendrán bien merecido desde que se han manifestado mucho más amigables con Moscú, pensará el líder ucraniano.

Pero ¿Qué es lo que realmente va a ofrecer Trump en esas conversaciones que ya han empezado entre bastidores? Trump ha querido filtrar varias de las concesiones que haría a Rusia y que claramente suponen un espaldarazo a Putin y una puñalada a Ucrania y a Europa. ¿Por qué ese cambio tan brusco en la postura de EEUU en el conflicto? Porque aparentemente es el camino más corto para lograr la paz a corto plazo. Los rusos no parece que estén dispuestos a retirarse de los territorios ocupados y probablemente intenten usar las negociaciones para separar a Ucrania de sus aliados. Y aquí es donde Putin juega con ventaja: para Trump es mucho más fácil presionar a Ucrania que a Rusia, ya que Ucrania depende de su ayuda y Rusia no. Si Trump quiere paz a cualquier precio, la gran perjudicada puede ser Ucrania. Pero Zelensky no aceptará la soberanía de los rusos sobre los territorios ocupados y menos aún que se acepté una tregua sin garantías que sirva a Rusia para rearmarse. Trump puede repetir el mismo error que cometió Putin: infravalorar a Zelensky. Para los ucranianos la guerra puede ser mejor que una paz vergonzante.

Por otro lado, está la posición de los europeos, o de la mayoría de las potencias europeas, por hablar en términos más precisos. Contrariamente a lo que he leído constantemente en las redes, la gran interesada en ayudar a Ucrania no ha sido EEUU ni el mundo anglosajón, sino Europa. Ahora está empezando a quedar demostrado. Los europeos son los que tienen la amenaza rusa cerca de sus fronteras, EEUU vino a ayudarnos porque la alianza con Europa siempre ha sido su mejor valor en política exterior. Pero para Trump cada vez parece más evidente que esto no es así. Europa debe defenderse sola. De hecho, Trump ha dejado claro que Europa debe ser quien dé las garantías de seguridad de que la paz en Ucrania sea respetada, es decir, de que Rusia no aproveche la paz para rearmarse y terminar de invadir a su vecino. Eso equivale a que sea Europa la que aporte las tropas de interposición que serían necesarias para vigilar una frontera entre los dos países, una frontera de miles de kilómetros con una potencia militar detrás de las mayores del mundo y con experiencia en combate. No es necesario decir que Europa no tiene capacidad para eso y que no estará dispuesta a asumir ese riesgo en solitario, a menos que se obligue a Rusia a llevar a cabo un plan de desarme, lo que no parece que esté sobre la mesa.

También Trump ha filtrado que es Europa la que debe sufrir el coste de la reconstrucción de Ucrania. Es decir, Ucrania y Europa han perdido la guerra y Rusia ha ganado. Rusia gana territorio, no sufre sanciones, no se desarma y no repara el daño.  No hace falta ser muy experto en política exterior y estrategia para adivinar que ni Ucrania ni las principales potencias europeas aceptarán este hipotético acuerdo.

Además, hay un principio básico que se rompe con una tregua negociada si no es impuesta bajo coacción. Ese principio es el del culpable de la guerra y del que se deriva otro determinante: el culpable de la guerra no puede beneficiarse de la paz. Para los europeos y norteamericanos y para el derecho internacional, Rusia ha cometido un crimen de lesa humanidad por agredir a un Estado vecino sin que pueda justificar una legítima defensa. Si con una paz negociada se prescinde de ese principio, no hay culpables y todo se queda en un arreglo parcial; cuando se produzca la próxima agresión bélica ¿Quién se va a atrever a condenarla? Y si se hace ¿Servirá de algo?

Imaginamos que Trump no comparte este principio y trata de imponer una paz negociada sin culpables. ¿Cómo van a recibirlo los ucranianos? ¿Cómo van a reaccionar otros vecinos de Rusia, que sí son además Estados miembros de la OTAN, como: Finlandia, Polonia, Noruega o Rumanía? El riesgo de que la alianza con los EEUU ya no es fiable es muy alto. Probablemente Trump sea desaconsejado en este sentido, pero la decisión le corresponde a él. La retirada de Afganistán fue consecuencia de un acuerdo entre EEUU y los talibanes que se le impuso al gobierno afgano al que ni siquiera se le dejo participar en las negociaciones. Y ese acuerdo lo ordenó Trump. La retirada dañó enormemente el prestigio de EEUU y empezó a ser considerado un aliado poco fiable. Europa no es Afganistán, pero no es seguro que Trump entienda eso. Si aquella retirada tan vergonzante no se hubiera producido, es muy posible que Putin no se habría atrevido a atacar Ucrania. No en vano, la creciente inseguridad que vive el mundo a nivel global se debe en gran parte al debilitamiento de los EEUU como superpotencia.

No va a ser fácil alcanzar la paz en Ucrania pese a los anuncios revolucionarios y populistas de Trump a los que estamos tan acostumbrados. Quizá lo que ha pretendido Trump es presionar a Zelensky y a los europeos para que sean generosos en la negociación, o quizá Trump está dispuesto a llegar a un acuerdo a cualquier precio, el tiempo lo dirá. En estos días vamos a escuchar y leer muchos mensajes equívocos, destinados a condicionar a las partes, muchas ofertas que no son tales y mucho juego de tahúres. Pero tengan bien presente que no hay recetas mágicas para una paz duradera, si la paz se impone sin convencimiento del vencido, y sin que éste haya sido completamente derrotado, provocará que éste trate de recuperarse de lo que considerará una injusticia. Así sucedió con Alemania después de la Gran Guerra y el tratado de Versalles, que llevó a Hitler al poder y al mundo a la Segunda Guerra Mundial. Si además el agresor se sale con la suya, repetirá la agresión, no les quepa duda. Si Trump juega a ser Chamberlain, quizá le aplaudan un día, pero la guerra puede ir a peor poco tiempo después. No sabemos que cartas van a mostrar realmente los americanos, los rusos y los ucranianos en esa negociación, pero lo que hay en juego es mucho más que Ucrania.