¿PAZ NEGOCIADA EN UCRANIA?
Trascurridas las primeras cuarenta y ocho
horas desde que el presidente Donald Trump fuese investido, la Guerra de
Ucrania no se ha terminado, pese a que ésta fue su promesa durante la campaña
electoral. Muchos pensarán que quién iba a creerse tal cosa, que nadie le
votaría por eso, pero lo cierto es que cuando un candidato promete algo es
porque alguien va a creérselo. Lo que dejó claro el fallido anuncio de Trump,
es que el presidente de los EEUU es un abonado al populismo. Porque,
recordemos, que la característica principal del populismo es hacer creer al
ciudadano que las soluciones a los problemas complejos son sencillas pero que
solo ellos están dispuestos a aplicarlas, y que el resto de dirigentes no
solucionaron los problemas, no porque éstos sean complicados, sino porque no
están dispuestos a aplicar las soluciones o no son capaces de llevarlas a cabo.
Trump quiso dejar claro que hay guerra en Ucrania por culpa de Biden, de hecho,
no ha dudado en afirmar que, con él en la presidencia, no habría sucedido tal
desgracia. Seguramente, que, como con el anuncio de la paz en cuarenta y ocho
horas, también habrá quien se lo compre.
¿No quiso Biden acabar con la guerra en
Ucrania y Trump sí quiere? Pues, obviamente, la respuesta no es tan simple.
Biden no quiso acabar con la guerra a cualquier precio, se comprometió con
Ucrania por una cuestión de principios, también de intereses, y solo estaba
dispuesto a buscar una paz en la que Rusia saliese derrotada. Trump tiene otra
mentalidad, otra forma de ver el papel de EEUU en el mundo y eso incluye su
postura sobre la Guerra de Ucrania. Para Trump, EEUU es una gigantesca empresa
que debe ganar dinero y competir con el resto del mundo, y el presupuesto que
EEUU se gasta en las guerras en el exterior es un despilfarro. La Guerra de
Ucrania ha subido la deuda en el país y lo sufren los ciudadanos americanos.
Sabemos que Trump piensa así, porque ya fue presidente antes. En su anterior
mandato, abandonó la misión en Siria y después pactó con los talibanes la
salida de Afganistán, manzana envenenada que se comió su sucesor después. Trump
tampoco quiere involucrarse mucho en la defensa de Europa, y exige a sus
aliados que gasten más en Defensa. Todos los presidentes anteriores han hecho
esta reclamación antes, pero ninguno se la ha tomado demasiado en serio,
excepto él. Trump es un aislacionista y un nacionalista, que solo tendrá como
aliados los que le convengan en cada momento. No le gustan las guerras con
armas, pero le encantan las guerras económicas. Alma de empresario, que como
decía don Vito Corleone, piensa que la guerra es mala para los negocios. Aunque
no es el tema de este artículo, personalmente creo que la política exterior de
Trump es errónea, con independencia de los aspectos éticos de la misma. Lo
creo, porque incluso desde un punto de vista empresarial, los aliados son
imprescindibles en la actual posición de EEUU en el mundo. EEUU depende tanto
de su comercio exterior, como otros dependen de él. Su imagen exterior es
determinante para alcanzar muchos beneficios. Si EEUU abandona la posición de
protector de la democracia en el mundo, muchos países dejarán de buscar su
ayuda y, por tanto, dejarán de hacerle ofertas y tratos ventajosos. La
hegemonía de EEUU en el mundo se sustenta en su poderosa influencia, y en ella
también cuenta el hardpower, el poder
militar.
Pero volvamos a Ucrania. ¿Qué puede hacer
Trump que no haya podido o querido hacer su antecesor? ¿Cómo se puede lograr la
paz en aquel país?
El primer problema que tiene Trump es que ha
heredado una posición que no es precisamente de neutralidad. Para buscar una
oferta negociada que pueda ser aceptada por las dos partes ésta tiene que
partir de un mediador neutral, o venir impuesta bajo amenazas a uno de los
contendientes. Si Trump abandona su posición de apoyo a Ucrania y se sitúa en
un punto neutral, está dejando a Ucrania sin opciones en la mesa de negociación.
Sin el apoyo de EEUU y Europa, Ucrania está condenada a la derrota, lo saben
los ucranianos y lo saben los rusos. Por tanto, situarse en una posición de
neutralidad equivale a traicionar a los ucranianos y pasarse al bando ruso,
aunque sus demandas puedan ser más moderadas que las del Kremlin. Por el
contrario, si Trump intenta negociar sin dejar de apoyar a Ucrania, los rusos
no aceptarán sus ofertas a menos que Trump tenga más capacidad de coacción que
su antecesor. Y ¿qué puede emplear Trump contra Rusia que no haya empleado ya
Biden? Pues posiblemente nada, aunque el paso del tiempo, pueda acabar
pareciendo que sí dispone de algo más. Derrotar militarmente a Rusia en el
campo de batalla y recuperar los territorios conquistados parece misión imposible
en el medio plazo. EEUU, por supuesto, puede proporcionar más material de
guerra y más moderno, pero Trump iba a tener que explicarles a los
norteamericanos como va a gastarse más dinero en una guerra que prometió acabar
en dos días. También puede ralentizar una negociación y esperar que las
sanciones económicas hagan su efecto, lo que no ha sucedido hasta ahora. Sin
embargo, estos últimos meses algo está cambiando en Rusia. Por primera vez
desde el comienzo de la guerra, la inflación está subiendo rápido y el rublo
empieza a desplomarse. Las ventas de petróleo y gas ya no le generan tanto beneficio,
el cierre del gasoducto que atraviesa Ucrania también le va a producir perdidas
millonarias, mientras que muchos países de Europa ya han encontrado soluciones
alternativas. Otros, como Moldavia, Eslovaquia o Hungría lo van a sufrir.
Zelensky ya ha prometido ayudar a los moldavos, pero lo que le suceda a
Eslovaquia o Hungría lo tendrán bien merecido desde que se han manifestado
mucho más amigables con Moscú, pensará el líder ucraniano.
Pero ¿Qué es lo que realmente va a ofrecer
Trump en esas conversaciones que ya han empezado entre bastidores? Trump ha
querido filtrar varias de las concesiones que haría a Rusia y que claramente
suponen un espaldarazo a Putin y una puñalada a Ucrania y a Europa. ¿Por qué
ese cambio tan brusco en la postura de EEUU en el conflicto? Porque aparentemente
es el camino más corto para lograr la paz a corto plazo. Los rusos no parece
que estén dispuestos a retirarse de los territorios ocupados y probablemente
intenten usar las negociaciones para separar a Ucrania de sus aliados. Y aquí
es donde Putin juega con ventaja: para Trump es mucho más fácil presionar a
Ucrania que a Rusia, ya que Ucrania depende de su ayuda y Rusia no. Si Trump
quiere paz a cualquier precio, la gran perjudicada puede ser Ucrania. Pero Zelensky
no aceptará la soberanía de los rusos sobre los territorios ocupados y menos
aún que se acepté una tregua sin garantías que sirva a Rusia para rearmarse.
Trump puede repetir el mismo error que cometió Putin: infravalorar a Zelensky.
Para los ucranianos la guerra puede ser mejor que una paz vergonzante.
Por otro lado, está la posición de los
europeos, o de la mayoría de las potencias europeas, por hablar en términos más
precisos. Contrariamente a lo que he leído constantemente en las redes, la gran
interesada en ayudar a Ucrania no ha sido EEUU ni el mundo anglosajón, sino
Europa. Ahora está empezando a quedar demostrado. Los europeos son los que
tienen la amenaza rusa cerca de sus fronteras, EEUU vino a ayudarnos porque la
alianza con Europa siempre ha sido su mejor valor en política exterior. Pero
para Trump cada vez parece más evidente que esto no es así. Europa debe
defenderse sola. De hecho, Trump ha dejado claro que Europa debe ser quien dé las garantías de seguridad de que la paz en Ucrania sea respetada, es decir, de
que Rusia no aproveche la paz para rearmarse y terminar de invadir a su vecino.
Eso equivale a que sea Europa la que aporte las tropas de interposición que
serían necesarias para vigilar una frontera entre los dos países, una frontera
de miles de kilómetros con una potencia militar detrás de las mayores del mundo
y con experiencia en combate. No es necesario decir que Europa no tiene
capacidad para eso y que no estará dispuesta a asumir ese riesgo en solitario,
a menos que se obligue a Rusia a llevar a cabo un plan de desarme, lo que no
parece que esté sobre la mesa.
También Trump ha filtrado que es Europa la
que debe sufrir el coste de la reconstrucción de Ucrania. Es decir, Ucrania y
Europa han perdido la guerra y Rusia ha ganado. Rusia gana territorio, no sufre
sanciones, no se desarma y no repara el daño.
No hace falta ser muy experto en política exterior y estrategia para
adivinar que ni Ucrania ni las principales potencias europeas aceptarán este
hipotético acuerdo.
Además, hay un principio básico que se rompe
con una tregua negociada si no es impuesta bajo coacción. Ese principio es el
del culpable de la guerra y del que se deriva otro determinante: el culpable de
la guerra no puede beneficiarse de la paz. Para los europeos y norteamericanos
y para el derecho internacional, Rusia ha cometido un crimen de lesa humanidad
por agredir a un Estado vecino sin que pueda justificar una legítima defensa.
Si con una paz negociada se prescinde de ese principio, no hay culpables y todo
se queda en un arreglo parcial; cuando se produzca la próxima agresión bélica
¿Quién se va a atrever a condenarla? Y si se hace ¿Servirá de algo?
Imaginamos que Trump no comparte este
principio y trata de imponer una paz negociada sin culpables. ¿Cómo van a
recibirlo los ucranianos? ¿Cómo van a reaccionar otros vecinos de Rusia, que sí
son además Estados miembros de la OTAN, como: Finlandia, Polonia, Noruega o
Rumanía? El riesgo de que la alianza con los EEUU ya no es fiable es muy alto.
Probablemente Trump sea desaconsejado en este sentido, pero la decisión le
corresponde a él. La retirada de Afganistán fue consecuencia de un acuerdo
entre EEUU y los talibanes que se le impuso al gobierno afgano al que ni
siquiera se le dejo participar en las negociaciones. Y ese acuerdo lo ordenó
Trump. La retirada dañó enormemente el prestigio de EEUU y empezó a ser
considerado un aliado poco fiable. Europa no es Afganistán, pero no es seguro
que Trump entienda eso. Si aquella retirada tan vergonzante no se hubiera producido,
es muy posible que Putin no se habría atrevido a atacar Ucrania. No en vano, la
creciente inseguridad que vive el mundo a nivel global se debe en gran parte al
debilitamiento de los EEUU como superpotencia.
No va a ser fácil alcanzar la paz en Ucrania
pese a los anuncios revolucionarios y populistas de Trump a los que estamos tan
acostumbrados. Quizá lo que ha pretendido Trump es presionar a Zelensky y a los
europeos para que sean generosos en la negociación, o quizá Trump está
dispuesto a llegar a un acuerdo a cualquier precio, el tiempo lo dirá. En estos
días vamos a escuchar y leer muchos mensajes equívocos, destinados a
condicionar a las partes, muchas ofertas que no son tales y mucho juego de
tahúres. Pero tengan bien presente que no hay recetas mágicas para una paz
duradera, si la paz se impone sin convencimiento del vencido, y sin que éste
haya sido completamente derrotado, provocará que éste trate de recuperarse de
lo que considerará una injusticia. Así sucedió con Alemania después de la Gran
Guerra y el tratado de Versalles, que llevó a Hitler al poder y al mundo a la
Segunda Guerra Mundial. Si además el agresor se sale con la suya, repetirá la
agresión, no les quepa duda. Si Trump juega a ser Chamberlain, quizá le aplaudan
un día, pero la guerra puede ir a peor poco tiempo después. No sabemos que
cartas van a mostrar realmente los americanos, los rusos y los ucranianos en
esa negociación, pero lo que hay en juego es mucho más que Ucrania.