lunes, 30 de noviembre de 2015

DEL “NO A LA GUERRA” A LA GUERRA CONTRA EL DAESH



Largo camino tiene que recorrer el presidente Hollande para lograr los apoyos que Francia necesita para ganar la guerra que su país libra contra el Estado Islámico. Largo y difícil camino que también le servirá de penitencia por los pecados que cometió en la campaña electoral por la presidencia, cuando prometió a sus ciudadanos la retirada inmediata de Afganistán, sin pactar con sus socios ni el calendario ni las condiciones, al más puro estilo Zapatero, abandonando a su suerte a sus aliados de la OTAN; los mismos aliados a los que ahora acude reclamándoles la solidaridad que él no tuvo cuando accedió a la presidencia de Francia. Porque Hollande cumplió su promesa y se retiró del país asiático, contentando de ese modo a sus votantes de izquierda, copiando así los mismos errores que cometía Zapatero sólo unos años antes.
Y no deja de resultar chocante  escuchar ahora en boca del presidente de Francia el mismo discurso de George Bush sobre la guerra contra el terrorismo, el mismo discurso, la misma respuesta política al mismo problema y la misma llamada de apoyo a sus aliados. Francia se ha ido dando cuenta de que contra los grupos yihadistas como el DAESH, que están además sostenidos y financiados por un Estado, aunque no esté reconocido por nadie, no bastan las buenas intenciones de paz. Que con fanáticos del odio no es posible negociación ni cesión alguna, porque la única cesión que pretenden es acabar con nuestra libertad, conseguir nuestra sumisión y destruir nuestro modo de vida.
Tras la desafortunada intervención en Irak y su trágico desenlace, tras el triunfo del pacifismo en EEUU de la mano de Obama, después de años durísimos de muertes y guerra en Irak y en Afganistán, en Occidente se han terminado las ganas de mandar soldados a luchar a ninguna parte, por loable y justa que sea la causa. La reaparición con fuerza del terrorismo yihadista, de la mando del DAESH está empezando a replantear muchas actitudes y muchos errores del pasado, pero no va a ser fácil. Por los egoísmos de unos, los errores de otros y la ceguera de muchos, hemos perdido muchos años de lucha eficaz contra el yihadismo a nivel mundial.
EL surgimiento del DAESH como amenaza es una consecuencia de la guerra civil de Siria. Lo que empezó siendo una pacífica protesta contra un régimen dictatorial brutal, como es el dirigido por Al Asad, se convirtió gracias a la fuerte represión de la dictadura y a la radicalización de los grupos de oposición,en un resurgir del movimiento islamista que acabó acaparando a todo  aquel que luchaba contra el dictador. Los llamados grupos moderados que pretendían llevar la democracia a Siria fueron barridos, su relevancia en la guerra siria, sin apoyo alguno de EEUU ni de ninguna potencia occidental, se ha quedado en anecdótica, pese a los intentos de última hora de Obama de recuperarlos para tener un aliado en el conflicto, del que durante tanto tiempo quiso desentenderse.
La primavera árabe pilló a Occidente desconcertado, Obama recibió de buen grado los intentos democratizadores del pueblo árabe pero no quiso inmiscuirse ni tomar partido, salvo en Libia y de forma limitada. Europa apoyó la caída de Gadafi, pero su intervención demostró la incapacidad de Europa para hacer frente por sí misma, sin el apoyo de EEUU, a un conflicto de dicha envergadura. La intervención, exclusivamente aeronaval, sirvió para derribar al dictador pero impidió una transición controlada del régimen, ahora convertido en Estado fallido.En los demás países, salvo en Túnez, los dictadores lograron conservar el poder, no sin costes, pero en Libia, Yemen y en Siria el movimiento desembocó en guerra civil, y sobre todo, en un resurgir del yihadismo.
No inmiscuirse en los conflictivos procesos árabes solo podía tener una consecuencia y aquí la tenemos, pero abandonar a los países donde se empezaba a recuperar la estabilidad fue aún peor. En Irak, tras años de duros combates contra la insurgencia, la situación empezaba a estabilizarse aunque de manera precaria. La operación SURGE expulsó a los yihadistas del Estado Islámico que se refugiaron en Siria, y el débil gobierno iraquí empezaba a tener control de todo su territorio. En esto Obama ordenó la retirada completa del país y la situación se mantuvo en precario. Con la guerra en Siria el Estado Islámico se reforzó, y aprovechando las disensiones entre los iraquíes, invadió el país desde Siria. Su ofensiva fue tan impresionante que solo una intervención a última hora de EEUU evitó la caída de Bagdad y del régimen. Los ocho años de ocupación de Irak podían no haber servido para nada, miles de muertos para dejar las cosas peor que estaban. Y es que si la invasión de Irak pudo ser un error, la retirada precipitada fue uno mucho más grave.
En España, los años sin atentados han servido para adormecer nuestras conciencias. El atentado del 11M, cuya instrucción y juicio no han dejado demasiada luz sobre los hechos, es, siendo brutal, el único atentado yihadista cometido en España. Ninguno ha habido desde entonces, ninguno desde que llegó la paz de Zapatero. No importa que la policía con su callada labor haya evitado muchos atentados en estos años, que cientos de yihadistas estén cumpliendo condena en cárceles españolas, que en los mensajes tanto de Al Qaeda, como del DAESH sean continuas las referencias a la recuperación de Al Andalus. España no se siente demasiado amenazada. De momento tanto el Gobierno como el PSOE se ponen de perfil; solo Albert Rivera ha defendido luchar contra el DAESH, mientras los nuevos titiriteros siguen a lo suyo y, mientras Europa sigue horrorizada y preocupada por los actos de los yihadistas, ellos se manifiestan contra las bombas que España no lanzará contra el DAESH.
 Quizá pensemos que escaqueándonos de participar en la guerra contra el DASEH no nos ataquen. Quizá. Pero no deberíamos ser tan estúpidos como algunos franceses que pidieron hace años a un grupo terrorista en Irak que liberará a sus ciudadanos secuestrados porque su país se había opuesto a la guerra. ¿La guerra? ¿Qué guerra? La guerra contra el infiel está declarada hace muchísimo tiempo y nada tiene que ver con acciones coyunturales de uno u otro gobernante. Todos estamos amenazados, y no solo los no musulmanes, también los “malos musulmanes”. Porque el DAESH no lucha contra Al Asad, ni contra Francia, ni contra los EEUU, ni contra Rusia. El DAESH quiere destruir la libertad, la justicia, el desarrollo, el modo de vida que tanto nos ha costado alcanzar, en suma: la civilización. Y lo están haciendo en el territorio que ocupan. Desde hace tiempo. Miramos para otro lado cuando vemos sus atrocidades en los escasos minutos que le dedican las televisiones en España, pero es que ya están aquí. Podemos seguir pensando que es culpa de Hollande o de Bush, pero no deberíamos tener que esperar a tener un atentado para darnos cuenta de que eso no es cierto. Llegaríamos tarde una vez más. Nuestra debilidad es su fuerza.

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