- INTRODUCCIÓN: EL MODELO DE NACIÓN EN ARMAS
El 20 de septiembre de 1792, en Valmy, el ejército
revolucionario francés derrotó al
ejército de Prusia en lo que vino a ser el primer enfrentamiento entre
el ejército monárquico profesional del Antiguo Régimen y el ejército popular
revolucionario símbolo de una nueva era. El duque de Berwick, que mandaba las
tropas prusianas había amenazado previamente a los franceses con invadir el
país si el rey Luis XVI no era repuesto en su trono. Las monarquías europeas
acudían así al rescate, asustadas ante un fenómeno de rebelión popular que
amenazaba al sistema social y político imperante en todo el Viejo Continente.
Las amenazas no hicieron sino aunar esfuerzos a todos los ciudadanos franceses
para defender su revolución, viéndose por primera vez involucrados en una
guerra que les afectaba a todos. El Ejército francés ya no era, como todos los
demás de Europa, un grupo de mercenarios, bien pagados y adiestrados al servicio
del Rey; sino una nación entera que lucha por defender sus propios bienes e
intereses.
En Valmy se enfrentaron dos modelos distintos de ejército, el profesional del Antiguo Régimen y el nacional basado en el concepto de nación en armas. La victoria francesa sirvió para salvar la revolución en Francia, pero la eficacia de la nación en armas frente a los ejércitos de las monarquías dieciochescas se repitió una y otra vez contra España, contra Austria, contra Rusia … Sólo la invasión de España pudo iniciar el declive del ejército francés y lo hizo precisamente dándole de su propia medicina: frente a una nación en armas otra, más motivada y envalentonada, con más espíritu de lucha y más determinación y fe en la victoria. España sirvió de espejo al resto de Europa que comprendió la necesidad de reproducir el modelo de nación en armas para derrotar a Napoleón. El modelo de nación de armas se mostró invencible frente al de la etapa anterior, y se acabó imponiendo en toda Europa siendo uno de los muchos cambios que trajo el modelo social y político del liberalismo a todo el Continente.
Las principales características de este nuevo Ejército que
le diferenciaban del anterior eran las siguientes:
-
El Ejército pasó a ser defensor de
los principios de la nación, en vez de ser un instrumento de política exterior
al servicio del soberano. Asumió como instrumentos necesarios para la formación
y estimulación del espíritu del soldado, la bandera, el himno y la patria.
-
Creció en número, especialmente en
tiempo de guerra al reclutarse a toda la población joven disponible sin más
paga que su propio sustento.
-
Disminuyó su coste en recursos
humanos al estar formado por soldados de base de reemplazo. Sin embargo la
revolución industrial supuso unos avances enormes en la industria de armamento
que hizo que los costes en material aumentaran.
-
La identificación del
pueblo-nación-ejército se fue intensificando convirtiéndose a la institución en
la principal veladora de la patria, no sólo frente a agresiones exteriores sino
también frente a movimientos desintegradores de la nación ó del orden público.
-
Como consecuencia de su
vinculación a la nación y de su elevado número de hombres hizo que las guerras
fueran mucho más letales aumentando especialmente los sufrimientos de la
población. A esto también contribuyó lógicamente también el desarrollo
tecnológico del armamento.
- EL MODELO DE FUERZAS ARMADAS DEL SIGLO XXI EN EUROPA
El
modelo de nación de armas ha pasado por etapas diversas durante los siglos XIX
y XX en donde han variado algunas de estas características aunque siempre se ha
mantenido el concepto general. Las dos guerras mundiales fueron su principal
campo de prácticas y como consecuencia del horror que dejaron, se inició una
nueva doctrina de rechazo a la guerra como forma de hacer política exterior (1).
Esta doctrina también tendría como consecuencia un rechazo cada vez mayor al
servicio militar como base del recurso de personal de los Ejércitos cuando
estos no son empleados en la defensa estricta de la patria. La caída del muro de
Berlín y el final de la Guerra Fría
cambia de forma radical la concepción estratégica de la Defensa y con ello el
modelo de nación en armas entra definitivamente en crisis y se inicia la
transformación hacia el modelo del siglo XXI.
La desaparición del pacto de Varsovia aleja la posibilidad de una invasión exterior
y los más de cincuenta años de paz en Europa Occidental hacen más difícilmente
creíble la posibilidad de un enfrentamiento armado a nivel regional. Ante esta
situación, y en el marco de una OTAN transformada y reconvertida, los ejércitos
occidentales se transforman para afrontar una amenaza lejana, disgregada y peor
definida, entendida en el marco de la globalización de la situación política
mundial. Las nuevas misiones se realizan casi siempre muy lejos de suelo
europeo, con reflejo indirecto sobre sus ciudadanos y por tanto no siempre bien
entendidas, con fines tales como
salvaguardar la paz mundial, muy anhelable pero no siempre traducible a
actuaciones concretas, practicables y comprensibles por la Opinión Pública.
Como consecuencia de todo esto las FAS necesitan más
capacidad de proyección, más interoperatividad, y más tecnología para suplir la
falta de recursos humanos, ya que el reclutamiento de ejércitos en masa no
resulta factible en sociedades acomodadas que ven los conflictos muy lejanos.
Se impone la doctrina de la minimización de daños colaterales para afrontar
mejor la difícil comprensión de la Opinión
Pública. Las nuevas tecnologías sirven también en este
sentido.
Las
nuevas características del modelo de FAS por tanto serían las siguientes:
-
El modelo de FAS no está orientado
a la defensa de la nación sino a principios de orden universal ó regional
combinados con intereses estratégicos tradicionales. Lo que bien se podría
traducir como unas FAS al servicio de la política exterior.
-
La identificación
pueblo-nación-FAS pierde fuerza por el rechazo que han generado en el pasado
los conflictos armados motivados por nacionalismos exacerbados.
-
Profesionalización al desparecer
el reclutamiento y deja de ser institución veladora del orden público y de
principios de defensa de la patria.
-
Alto coste, pese a disminuir
notablemente los recursos humanos, por la introducción de tecnologías y por la
profesionalización del personal.
-
Distanciamiento de la sociedad
civil por la lejanía de las misiones y la escasa repercusión de la población
civil europea en los conflictos en los que participan sus ejércitos.
Si analizamos detenidamente las
características de las FAS del siglo XXI podemos ver, que salvo la importancia
de las tecnologías y las motivaciones ideológicas de sus misiones, todas sus
características son similares a las del Ejército del Antiguo Régimen. Durante
el siglo XVIII los ejércitos profesionales luchaban para defender intereses de
la monarquía, lo hacían a menudo en escenarios lejanos, eran ajenos a los
principios de defensa de la patria y sus principios, y estaban
profesionalizadas. Incluso podemos apreciar cierto paralelismo en la mesura con
que usaba la fuerza en el siglo XVIII en Europa sin afectar apenas a las
poblaciones civiles, con el uso actual de las FAS; ambas como consecuencias de
la experiencia anterior de guerras terribles: en el primer caso la guerra de
los Treinta años que asoló Alemania en el XVII, y en el segundo caso las dos
guerras mundiales. Y esta comparación, que da nombre al artículo, es la base de
la reflexión sobre nuestro modelo de FAS. Se habla frecuentemente de las nuevas
FAS y a lo mejor el nuevo concepto no es tan nuevo como se cree, parece más
bien antiguo, mucho más que el anterior; si bien adaptado a las circunstancias
actuales que lógicamente distan mucho de ser las de la Europa del siglo XVIII. El
interés de esta semejaza radica en las enseñanzas que podemos extraer de
aquella época, y que nos permitirán conocer mejor hacia donde va este modelo nuevo,
aún en transición, en algunos aspectos.
- ¿HACIA DONDE VAN LAS FAS ESPAÑOLAS?
Aunque compartiendo el contexto histórico
y cultural de Europa, y aún integrados en la UE y la
OTAN, y por tanto compartiendo tendencias y características
de las FAS de las naciones europeas, España tiene por sus propias
peculiaridades debidas fundamentalmente a razones históricas.
Durante los siglos XIX y XX el Ejército
español ha sido institución en la defensa de la nación, pero a diferencia de
otros países, en España la amenaza ha sido percibida internamente y no de
agresión exterior. El Ejército se ha ido convirtiendo en un elemento decisivo
en la lucha contra las revueltas sociales y los movimientos disgregadores. Su
papel ha sido preponderante en la política interna, protagonizándola muchas
veces, incluso tomado directamente el poder en dos ocasiones. A esto hay que
unir las guerras civiles que han asolado España en varias ocasiones de forma
trágica, mientras que la participación en guerras exteriores ha sido mucho más
escasa y con episodios más trágicos que gloriosos, como la Guerra contra USA por Cuba
y la impopular guerra del Rif que trajo el desastre de Annual entre otros.
En consecuencia podemos iniciar nuestro
análisis partiendo de características compartidas con el resto de naciones
europeas y otras que son intrínsecamente españolas:
-
Por un lado la profesionalización
de las FAS y el nuevo perfil de la amenaza nos ha afectado de igual modo que
nuestros vecinos y socios de la UE
y la OTAN.
-
Por otro las FAS han tenido en
España índices de aceptación popular por debajo de la casi totalidad de los
países europeos y en general los principios de Seguridad y Defensa son menos
compartidos y comprendidos (2). Asimismo nuestro principal aliado en este
sentido (USA) es visto por la Opinión
Pública más como una amenaza que como un garante de la Seguridad (3). El antiamericanismo
y el pacifismo han tenido en España un
gran arraigo social.
La entrada del nuevo modelo de FAS ha
llegado a España de forma progresiva, introducida mediante reformas
legislativas, pero también con un cambio de mentalidad dentro de la institución
que se ha ido produciendo poco a poco teniendo quizá su máximo exponente en la
entrada en la OTAN
y en la supresión del servicio militar obligatorio. Este último punto se adoptó
como consecuencia de una fuerte presión social y no de un debate político
sosegado apoyado por informes técnicos sobre las repercusiones del cambio y de
las reformas necesarias que deberían ser realizadas en la Defensa. A diferencia de otros
países el cambio se hizo “sobre la marcha” y como imperativo de una sociedad
que lo consideraba inaplazable.
Sin embargo la profesionalización de las
FAS es un proceso mucho más profundo y complejo que la simple transformación
del soldado de reemplazo en un soldado profesional. La profesionalización
supone el cambio de fundamentos y fines de la institución militar en un sentido
amplio.
Dado que aún estamos en un sistema en
transición, y que muchos de los militares que integran las FAS, y especialmente
los mandos, han sido educados y formados en otro sistema, algunos de estos
cambios no se han terminado de comprender ó de consolidar. Pasemos a analizar
algunos de ellos:
1.1
PEFIL SOCIAL DE LAS NUEVAS FUERZAS
ARMADAS
Las características de las nuevas
misiones de las FAS han implicado cambios en cuanto a la operatividad y a la
orgánica de bastante profundidad, sin embargo se olvida a menudo de la
importante dimensión social e ideológica que esto está suponiendo.
Pero el hecho de que las misiones nuevas
sean tan alejadas del suelo patrio y que se hagan en el marco de alianzas
internacionales también cambia la percepción que tiene de las FAS tanto la sociedad
como los propios militares:
Ha desaparecido la sensación del Ejército como guardián de
la patria, también la noción de misión de paz ó de misión guerra ha quedado
diluida en un concepto nuevo, más complejo, que se traduce a la Opinión Pública como
Operaciones de Paz, pero que no está exenta de serios riesgos y amenazas, y que
entremezcla principios internacionales de paz con intereses estratégicos.
Por otro lado la supresión del servicio
militar obligatorio ha desposeído a las FAS de la misión de instruir a los
españoles en las tareas de la
Defensa de la patria, lo que supone, unido a otras causas
como la democratización plena del Estado y la falta de percepción de una
amenaza exterior, que los españoles ya no relacionan patria con FAS ni FAS con
Unidad, ni con Soberanía ni con Integridad Territorial, como reza el artículo 8 de la C.E. al que me referiré más
adelante. La realidad es que las FAS se han convertido en un instrumento al
servicio de la política exterior del Gobierno, sin más misión que la que le encomiende
el ejecutivo y que por ser estrictamente política las FAS acatarán sin más.
Hay varios hechos que vienen demostrando esta transformación:
-
Para los militares su función es
concebida como una profesión, un poco más vocacional que otras, pero cuyas
responsabilidades derivan del sueldo que les pagan y no de servir a fines
superiores. El patriotismo no es que haya desaparecido, pero forma parte de los
valores internos de la persona sin que
se perciba relación alguna entre este y su trabajo diario.
-
La baja confianza que la sociedad
española tiene en las FAS, se ha mitigado a través de campañas de publicidad
consensuadas desde el poder político. Estas campañas se han basado en eludir la
terminología antigua y tradicional y en introducir un nuevo lenguaje, en el que
misiones de las FAS son siempre de paz y donde los soldados no disparan armas
sino reparten alimentos y medicinas. La campaña que el Ministerio de Defensa ha
utilizado para el reclutamiento forzosamente nos está marcando un camino
diferente. En las campañas nunca se habla de España, ni de la patria, ni se
mencionan enemigos, sólo se habla de paz, de solidaridad y de conseguir un buen
trabajo.
-
En las nuevas RROO para las FAS la
misión constitucional de defensa de la patria permanece, pero los principios
doctrinales básicos han sido recortados y se han incorporado principios
referentes a operaciones de paz..
-
En los ejércitos modernos la
necesidad de multiplicar los órganos de apoyo logístico, de instrucción, de
adiestramiento, de gestión de personal, etc ha convertido a la mayoría de los
militares en funcionarios de su organización, siendo sólo una minoría los que
sirven en las Unidades Operativas ó en los Buques. Esto también ha contribuido
a aumentar la distancia entre Mando y la Fuerza.
-
El Estado del Bienestar también ha
llegado a las FAS y ello trae como consecuencia la necesidad de desarrollar una
Política de gestión de personal que haga compatible los intereses de la Defensa con los intereses
materiales de los profesionales que forman parte de la institución. Ello
implica un mayor esfuerzo de motivación y más recursos económicos.
-
Las FAS no son, en la práctica, las responsables de mantener la soberanía e
independencia de España, sencillamente por que no pueden hacerlo, la sociedad
no se lo permitiría por considerarlo una ruptura del sistema democrático. Las
FAS son sólo un instrumento al servicio del Gobierno, que podrá ó no
utilizarlas en ese cometido. Ni siquiera es fácil que la sociedad española
acepte defender la Unidad,
Soberanía, ó Integridad Territorial de España por medio de las FAS aunque lo
hagan cumpliendo órdenes del Ejecutivo. Otros Estados se han dividido Estados
sin que el Ejército se haya utilizado para impedirlo. El controvertido caso del
Teniente General Mena, arrestado y destituido por mencionar en un discurso el
deber de las FAS de garantizar la
Unidad de España en caso de que el Estatuto Catalán la
rompiese, es un buen ejemplo del momento en el que estamos. En mi opinión, el
Teniente General no cometió infracción alguna, ya que el artículo 8 de la C.E. respaldaba nítidamente
su posición. Lo que realmente sucedía, estemos ó no de acuerdo, es que ese
artículo está desfasado con la realidad actual de España y que por lo tanto su
aplicación no resulta realista. Lo más lógico y racional sería reubicar el
artículo en el título IV referente a las responsabilidades y misiones del
Gobierno, donde también está ubicado el artículo 104, que es el que define las
misiones de las FCSE. En su ubicación actual, en el título preliminar, las FAS
constituyen una institución básica del Estado, con una Fuerza y misión propia
que se debe a sus fines, muy loables y gloriosos, de defender la patria. Tal
ubicación se debe, sin duda, al momento político en que se redactó la Constitución, pero
que se ha quedado claramente fuera de su tiempo.
Como vemos, la vinculación de las FAS a la patria y al
pueblo español se ha debilitado enormemente y es característica común de todos
las naciones europeas. El retorno al Ejército del siglo XVIII en cuanto a su
filosofía y finalidad es cada vez más claro.
La profesionalización a su vez, convierte al militar en un
trabajador al servicio del Estado. Por el sólo hecho de serlo, el militar, admite
el uso de la Fuerza
como solución a los conflictos. Admite la estricta disciplina, la
jerarquización de todos los puestos de trabajo y la Unidad de la Organización como
principios básicos de la
Institución y que gozan de buena saluda en tanto son la clave
de la eficacia de las FAS. Pero, en cuanto a los fines de su trabajo, el
militar es estrictamente neutral. Su opinión no cuenta para nada, y el Líbano,
Afganistán ó Irak son sólo escenarios de actuación en los que ha de servir con
igual tesón.
No se ve vinculación entre España y el trabajo del militar.
En el extranjero, cuando los soldados se están lejos de la patria, rodeados de
gente de otros países y de otras culturas, se sienten más unidos y más
españoles. Pero en el suelo patrio no se relaciona fácilmente patriotismo con el
trabajo diario.
Podemos concluir, para entender mejor este proceso, que
estamos transformándonos en un Ejército de mercenarios. Mercenarios que hacen
su trabajo a cambio de dinero. Es la mejor aproximación, aunque el hecho de ser
mercenarios no implique irse a trabajar para otro patrón que pague más.
Recuerdo allá por el año 2001 al Almirante Balbás pronunciando
una conferencia en la
Universidad de verano del CEU; en aquella ocasión con el
servicio militar obligatorio recién suprimido, el Almirante insistía en
denominar al militar actual con el nombre de mercenario, mientras abogaba por
dignificar el significado del término. Probablemente en aquel auditorio sólo Él
había captado lo que aquel cambio significaba.
Los hombres y mujeres de las FAS se han convertido en un
recurso, caro y valioso. Y como todos los recursos, se compran con dinero que
es a fin de cuentas lo que más peso tiene para alcanzar unas FAS operativas y
eficaces.
1.1
CAPACIDAD OPERATIVA DE LAS NUEVAS
FAS.
Entre quienes critican el modelo actual de las FAS, se
escucha frecuentemente su incapacidad para hacer frente a una verdadera
amenaza. Valorar esto, no es tarea de un simple artículo, ya que requeriría un
estudio muy complejo que englobaría muchos aspectos. Sin embargo cualquier
Ejército ó Fuerza Armada se configura en torno a la amenaza que percibe, y en
este sentido hemos de decir que de acuerdo con los denominados Intereses
Estratégicos de España y de las alianzas de las que forma parte, la tendencia sigue siendo la de esforzarse en
aspectos como la interoperatividad entre ejércitos y con los aliados y la
capacidad de proyección. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que estemos
dando con la tecla correcta, al menos no totalmente. España, como el resto de
naciones europeas, ha apostado por unas FAS donde la tecnología es un valor
superior que puede ayudar a asegurar la superioridad en el enfrentamiento,
ahorrando recursos humanos. Y además contribuye a disminuir el número de bajas,
propias y enemigas, tan vital para el éxito en el cumplimiento de las misiones.
Pero apostar tan fuerte por la tecnología y la organización tiene sus
inconvenientes. Para tener un buque alistado ó una Unidad preparada, se
requieren muchas más personas en los órganos de apoyo, de mando, de adiestramiento,
de gestión de personal… muchas más que antes. Esto tiene como consecuencia de
querer tener buques de guerra, aeronaves y vehículos de tecnología punta bien
alistados y dirigidos por personas bien formadas y adiestradas, va a suponer
tener muy pocos, con los problemas que ello implica de sostenibilidad de la
misión y de capacidad para enfrentarse a enemigos cuantitativamente poderosos.
La única Fuerza militar, posiblemente de todo el mundo,
capaz de tener ambas cosas es USA. Por esa razón Europa se ha hecho totalmente
dependiente de USA en cuestiones de seguridad. Para que Europa pueda defenderse
por sí misma, necesita incrementar sus capacidades militares. Y el problema de
incrementar las capacidades es que
supone un elevado coste económico y afrontar serios problemas de reclutamiento.
Las únicas alternativas viables pasan por ganar más apoyo
de la sociedad, basándolo en información realista, y converger a unas FAS
europeas en las que cada nación pueda especializarse en unas capacidades
concretas. Para ello será necesario que los Estados europeos vayan renunciando
a sus intereses particulares de seguridad en beneficio de los europeos, para lo
que sin duda harán falta aún bastantes años. No obstante la tendencia debe ir
en este sentido, mientras los ejércitos se van desprendiendo de sus misiones
estatales y las industrias europeas de Defensa están incrementando sus proyectos
comunes, debido a su elevado coste (4).
1.2
LA NUEVA LEY DE CARRERA MILITAR
39/2007
En
un artículo sobre el modelo presente y futuro de las FAS españolas no podía
faltar una alusión a la Ley
de Carrera militar que acaba de entrar en vigor. Lo primero que hay que
destacar es que la Ley
no cambia el modelo de FAS, sino que
cambia la forma de gestionarlo en lo que se refiere a su recurso más valioso y
complejo, el del personal.
A diferencia de lo que ha sucedido con las reformas
orgánicas, que han llevado una tendencia clara desde la creación del Ministerio
de Defensa, las leyes reguladoras de la profesión militar han ido dando
bandazos, sin dar continuidad a un proyecto concreto sino más bien sustituyendo
uno por otro, sin terminar de desarrollar la Ley anterior. A la ley del año 89 le sustituyó la
del 99 y a esta la del 2007. En un espacio de 18 años, bastante corto de tiempo
para un proyecto que debería durar al menos medio siglo, se han sucedido tres
proyectos diferentes en los que las Escalas, los Cuerpos y los Empleos
aparecían y desaparecían, se integraban ó eran declaradas a extinguir.
Desde la óptica subjetiva de un militar de carrera tengo la
sensación de que el legislador de Defensa está actuando como un perfecto
desconocedor del medio que maneja. La vida del militar de carrera viene
determinada por la senda que le marquen las leyes. Esto no ocurre en ninguna
otra profesión, no al menos de una manera tan acusada. Cambiar cada diez años
las leyes supone alterar continuamente las expectativas de vida de miles de
profesionales con efectos demoledores en materia de motivación.
La ley 39/2007 introduce aspectos enormemente novedosos y
por tanto controvertidos. Lo más destacable de la Ley es que pese a suponer
cambios radicales en el desarrollo de la carrera militar, no prevé un mecanismo
lento y progresivo de aplicación sino que se aplica de forma radical sin
adaptaciones ni transiciones. Como consecuencia de la aplicación de la Ley, se han producido miles de
recursos judiciales. En ningún otro momento de mi carrera he presenciado un
malestar mayor en el seno de las FAS a causa de una norma de personal. El
mérito de la Ley
39/2007 es que no ha dejado satisfecho absolutamente a nadie con independencia
de su Grado, Cuerpo ó Escala. Raro es el día que la citada Ley no aparece en
una conversación en cualquier Buque ó Unidad. Por desgracia, además del
descontento, la Ley
ha traído desunión. Las principales novedades que introduce la Ley 39/2007 son:
-
Un sistema de enseñanza militar
para Oficiales de corte universitario con la obtención de una titulación del
sistema educativo. Con el nuevo sistema, además la selección de Oficiales se
realizará en las mismas academias ya que no todos los alumnos que ingresen
serán Oficiales como venía ocurriendo hasta ahora.
-
Integración de las Escalas
auxiliares de Oficiales (Escala de Oficiales antes Escala Media) y de la Escala de Oficiales de Mando
(llamada Escala Superior de Oficiales) en una sola. Una sola que sería
equivalente a la Escala
de Oficiales de Mando.
-
Eliminación de la promoción
interna de Suboficiales a la
Escala de Oficiales, como consecuencia de la desaparición de la Escala de Oficiales (Auxiliar).
-
Limitación de los ascensos al
establecerse sistemas de selección desde el segundo ascenso a empleo superior,
tanto en Oficiales como en Suboficiales.
Analicemos cada uno de ellos:
- El
sistema de enseñanza militar universitario es una opción del legislador. En muchas
naciones de nuestro entorno los
Oficiales pueden proceder de la
Universidad ó instruirse en Centros militares sin que
necesariamente exista una homologación académica. Este cambio puede ser
ventajoso para el individuo en el sentido de que permite una mejor integración
del militar en el mercado laboral civil, aunque desconozco si será positivo
para la institución al tener que formar más profesionales de los que después va
a sacar partido. Tampoco es seguro que entre los jóvenes que van a estudiar una
carrera prefieran ser Oficiales antes que Ingenieros Industriales civiles. Existe
cierta obsesión en el legislador de Defensa de hacer del militar una profesión
cada vez más “civil”, pretendiendo con ello, tal vez, evitar que proliferen en
los militares posturas ideológicas aislacionistas e incluso peligrosas para la
sociedad como el belicismo ó el autoritarismo. Si este ha sido uno de los
móviles del legislador, convenía recordar que después de más de treinta años de
democracia este debate debería estar ya cerrado.
- El sistema de ascensos por
clasificación y elección que se extiende desde el acceso al segundo empleo del
militar de carrera viene a sustituir al tradicional por antigüedad, si bien en la Ley anterior este sistema
introducía importantes variantes como la reordenación de promociones ó los
ascensos por selección, donde unos pocos elegidos saltaban la antigüedad de los
demás.
La principal diferencia entre uno y otro sistema no es sin
embargo el criterio por el que se van a ordenar los militares al ascender. La
principal diferencia es que no todo el personal evaluado para el ascenso será
promovido al empleo superior. El legislador obliga a seleccionar, obliga a
elegir a unos y dejar a otros fuera. En el sistema tradicional el Estado
formaba a un grupo de militares y a medida que cumplían años de servicios,
acumulaban experiencia y antigüedad, los ascendía; desarrollando toda su vida
siempre en el seno de las FAS donde toda su trayectoria era claramente
predecible. En el nuevo sistema el militar está expuesto permanentemente a la
incertidumbre.
El acceso a un empleo superior supone ocupar nuevos
destinos jerárquicamente superiores, funciones a menudo completamente
diferentes, nuevos cometidos, nuevos retos, nuevas ilusiones, nuevas formas de
vivir, nuevos lugares de residencia, incluso un trato personal diferente con
quienes forman su entorno profesional.
Dejar todo esto en la incertidumbre supone un grado de preocupación y de
desmotivación. Es bastante previsible que quien sea adelantado por otros de
menos antigüedad se desmotivará y su rendimiento profesional se verá muy
afectado. Su entorno profesional se le hará cada vez más hostil y perderá sus
ilusiones profesionales. El sistema podría tener efectos positivos si entre los
elegidos para el ascenso prematuro se promueve a magníficos profesionales y el
resto son despedidos ya que difícilmente van a poder motivarlos. El problema es
que en la actualidad las FAS carecen de un sistema justo y eficaz para hacer
esta selección ya que el sistema de los IPEC produce más daño que beneficio (5), y que los despedidos suponen un incremento de
costes laborales para la institución; además de que en las circunstancias
actuales no sería nada fácil incorporarlos a la vida laboral en el ámbito
civil. Pero quizá la cuestión clave es preguntarse si realmente es necesario
seleccionar para ascender. En la actualidad las FAS forman a un número
determinado de militares y saca partido de todos, de la inmensa mayoría con
gran profesionalidad. Si se selecciona, aún haciéndolo bien, probablemente se
pierda más que se gane. Seleccionar no sólo implica elegir a los mejores sino
también rechazar al resto. ¿Es mejor tener unos pocos muy buenos y el resto
desmotivados ó tener al cien por cien funcionado con un rendimiento más que
aceptable? La realidad es mucho más dura, ya que la forma de seleccionar serán
sobre todo los IPEC, basados en apreciaciones subjetivas del mando lo que sin
duda fomentará el servilismo y los
abusos de autoridad y no la competencia objetiva. Valorar la trayectoria puede
ser una buena alternativa, pero hay que tener en cuenta que la trayectoria en
el sistema actual no es siempre ni la idónea para el individuo, ni a menudo la
elegida por él mismo. Y aún cuando ha sido elegida no se ha hecho a sabiendas
de que le iba a ser valorada en el futuro de esta u otra forma.
- La
formación de una única escala de Oficiales formada desde las Academias-
Universidades es una opción entre otras posibles. Las Escalas Auxiliares
cubrían los empleos más bajos de la Oficialidad en tareas más técnicas, donde la
permanencia mayor en estos empleos y la propia experiencia (nutridos de
promoción interna) era un aval de
competencia profesional. De esta forma se cubría la escasa experiencia de los
militares de la Escala
de Mando en los grados inferiores, ya que tenían que ascender más rápidamente para poder alcanzar
los empleos superiores. El legislador en la ley del 89 desnaturalizó la función
de las Escalas Auxiliares al crear el acceso directo y el Cuerpo General de la Escala Media con igual función
que la Escala Superior
pero sin opciones de Mando. Después de introducir estos cambios ahora se decide
eliminarla entera.
Con el sistema actual la permanencia en los empleos
inferiores se cubrirá no por Oficiales de Promoción interna sino por Oficiales
rechazados en procesos de evaluación para el ascenso y por lo tanto
desmotivados.
Al no establecer periodos de transición, pese a que la Ley habla de plazo de
aplicación razonable, este problema se puede agravar, al meter en el mismo saco
trayectorias profesionales diferentes, formación diferente y ni siquiera
respetar las antigüedades. Integrar de golpe a todas las Escalas producirá un
engrose del escalafón en los empleos más bajos lo que producirá un
envejecimiento del mismo, que puede ser muy notable al unir a esto la
modificación de plantillas al cambiar el sistema de ascensos a elección de
Coroneles y Capitanes de Navío.
- La eliminación de la promoción interna
de Suboficiales eliminará un incentivo profesional y un elemento de
acercamiento entre Oficiales y Suboficiales. A cambio se afirma que se potencia
la capacidad de los Suboficiales, pero no se explica como se va a hacer.
En la exposición de motivos de la Ley de Carrera 39/2007 justifica
la necesidad de cambiar los sistemas de ascenso y de enseñanza militar en la
potenciación de una excelente formación (6) y de primar el mérito y la
capacidad (7). Lógicamente con este planteamiento ha de suponerse que el
legislador no está satisfecho con la actual capacidad de los mandos militares
pese a que la anterior Ley 17/99 también
se motivaba en base a idénticos criterios (8).
Con respecto a la unificación de Escalas llama la atención
su fundamentación:
“el propósito de superar las disfunciones del modelo actual,
acomodarse al proceso de conformación del espacio europeo de educación superior
y potenciar el papel de
los suboficiales. Esta medida
tiene en cuenta, además, la experiencia de ejércitos de otros países de nuestro
entorno.”
No se explica a que problemática
se refiere cuando habla de disfunciones, y respecto al espacio europeo de
educación superior (Bolonia) tampoco justifica por que existe tal necesidad si
Bolonia no es de aplicación obligada a las FAS. La supuesta potenciación del
papel del Suboficial no se concreta a que normas se está refiriendo.
Con
respecto a la experiencia de los países de nuestro entorno es preciso hacer una
aclaración: no todos los modelos sirven para todas las instituciones ni para
todas las naciones, es necesario conocer bien el medio en que nos movemos para
poder aplicar una herramienta que fue útil en otro contexto diferente. Respecto
al sistema de ascensos con saltos de antigüedad, por ejemplo, existente en
otros Ejércitos y Armadas, es necesario distinguir aquellos donde la
permanencia en servicio es minoritaria y existe un flujo continuo de militares
a la vida civil donde encuentran acomodo profesional por el prestigio de la Institución en la
sociedad. Tal circunstancia no se da en España.
Con ánimo de defender los
criterios de la Ley,
se ha argumentado que introduce criterios empresariales que fomentan el
rendimiento laboral. Una vez más se está introduciendo una experiencia exitosa
en otro ámbito, en un entorno radicalmente diferente. Los ascensos en el mundo
empresarial tienen escasa semejanza con los producidos en la institución
militar. Son escasos, inciertos y no implican cambio en una jerarquía tan
estricta, ni diferencias notables de trato, ni cambios de cometidos tan
radicales. Aún así, dentro del mundo empresarial nadie modificaría las
condiciones de sus trabajadores sin previo consenso.
Durante el pasado siglo XX la controversia suscitada por
los ascensos por méritos de guerra provocó muy serias fricciones en el Ejército
culminando con la creación de las Juntas Militares, con grave quebranto de la
disciplina. La experiencia culminó con la unificación de todos los ascensos por
criterios de antigüedad y el problema no volvió a reproducirse. Hay que tener
en cuenta que los méritos de guerra eran mucho más objetivos y concretables que
las actuales valoraciones de los IPEC. En el mundo militar la disciplina
descansa sobre todo en el respeto a la antigüedad.
También hay que tener en cuenta que con mucha más
frecuencia de la que sería deseable, una Ley no cumple los objetivos para los
que se pretendió, sino que más bien alcanza los contrarios. En el caso de la Ley de Carrera se pretende
fomentar el mérito y la capacidad dentro de la profesión y una formación
excelente, pero lo que puede conseguir es un grado de desmotivación preocupante
y la corrupción del sistema.
4. CONCLUSIONES
El modelo actual de FAS en España ha cambiado como
consecuencia del nuevo entorno estratégico, pero sobre todo por los cambios
habidos en la sociedad. El nuevo modelo aunque ya establecido, no ha sido
totalmente comprendido por muchos de sus miembros formados en el anterior con
principios totalmente diferentes.
Dentro
de estos principios el más notable ha sido el del personal, que se ha
convertido en un recurso de gran valor y que es y va seguir siendo el más
determinante en las capacidades militares de las FAS.
Los principios ideológicos ya no tienen cabida en las FAS,
debiéndonos a principios fundamentalmente de eficacia y competencia, pero sin
olvidar que los tradicionales valores militares son garantía de su
profesionalidad.
El
perfil del militar actual es muy similar al del siglo XVIII, la del soldado que
hace su trabajo por dinero y no por un deber idílico ó espiritual.
La
Opinión Pública es un factor decisivo de
capacidad militar ya que sin el apoyo de la misma no es viable una operación
militar sostenida. Es preciso incrementar los esfuerzos en este sentido, pero
sin desnaturalizar el contenido del mensaje, por que de ser así el apoyo se
convertiría en ficticio e inútil.
La actual naturaleza de las misiones y la configuración de
la amenaza nos obligan a converger en Europa para la adquisición de capacidades
militares combinadas ó a seguir dependiendo de USA.
El deber del militar de abstenerse de expresar sus ideas
políticas no implica que no se escuche públicamente su opinión profesional en
asuntos de Seguridad y Defensa y en la gestión de la política de personal que
nos afecta directamente, con independencia del Poder político al que servimos
(9).
Si se opta por un cambio revolucionario en el sistema de
gestión de personal de la profesión militar, este ha de hacerse desde la base
de personal de nuevo ingreso y no desde profesionales con muchos años de
servicio educados, formados y con expectativas de vida más favorables conforme
al anterior sistema. De no hacerse así se pagará un elevado precio en
motivación.
Publicado en la revista Atenea nº 15, abril 2010
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