sábado, 26 de septiembre de 2015

LAS FUERZAS ARMADAS DEL SIGLO XXI ¿UN MODELO NUEVO?


  1. INTRODUCCIÓN: EL MODELO DE NACIÓN EN ARMAS

El 20 de septiembre de 1792, en Valmy, el ejército revolucionario francés derrotó al  ejército de Prusia en lo que vino a ser el primer enfrentamiento entre el ejército monárquico profesional del Antiguo Régimen y el ejército popular revolucionario símbolo de una nueva era. El duque de Berwick, que mandaba las tropas prusianas había amenazado previamente a los franceses con invadir el país si el rey Luis XVI no era repuesto en su trono. Las monarquías europeas acudían así al rescate, asustadas ante un fenómeno de rebelión popular que amenazaba al sistema social y político imperante en todo el Viejo Continente. Las amenazas no hicieron sino aunar esfuerzos a todos los ciudadanos franceses para defender su revolución, viéndose por primera vez involucrados en una guerra que les afectaba a todos. El Ejército francés ya no era, como todos los demás de Europa, un grupo de mercenarios, bien pagados y adiestrados al servicio del Rey; sino una nación entera que lucha por defender sus propios bienes e intereses.

En Valmy se enfrentaron dos modelos distintos de ejército, el profesional del Antiguo Régimen y el nacional basado en el concepto de nación en armas. La victoria francesa sirvió para salvar la revolución en Francia, pero la eficacia de la nación en armas frente a los ejércitos de las monarquías dieciochescas se repitió una y otra vez contra España, contra Austria, contra Rusia … Sólo la invasión de España pudo iniciar el declive del ejército francés y lo hizo precisamente dándole de su propia medicina: frente a una nación en armas otra, más motivada y envalentonada, con más espíritu de lucha y más determinación y fe en la victoria. España sirvió de espejo al resto de Europa que comprendió la necesidad de reproducir el modelo de nación en armas para derrotar a Napoleón. El modelo de nación de armas se mostró invencible frente al de la etapa anterior, y se acabó imponiendo en toda Europa siendo uno de los muchos cambios que trajo el modelo social y político del liberalismo a todo el Continente.
Las principales características de este nuevo Ejército que le diferenciaban del anterior eran las siguientes:
-          El Ejército pasó a ser defensor de los principios de la nación, en vez de ser un instrumento de política exterior al servicio del soberano. Asumió como instrumentos necesarios para la formación y estimulación del espíritu del soldado, la bandera, el himno y la patria.
-          Creció en número, especialmente en tiempo de guerra al reclutarse a toda la población joven disponible sin más paga que su propio sustento.
-          Disminuyó su coste en recursos humanos al estar formado por soldados de base de reemplazo. Sin embargo la revolución industrial supuso unos avances enormes en la industria de armamento que hizo que los costes en material aumentaran.
-          La identificación del pueblo-nación-ejército se fue intensificando convirtiéndose a la institución en la principal veladora de la patria, no sólo frente a agresiones exteriores sino también frente a movimientos desintegradores de la nación ó del orden público.
-          Como consecuencia de su vinculación a la nación y de su elevado número de hombres hizo que las guerras fueran mucho más letales aumentando especialmente los sufrimientos de la población. A esto también contribuyó lógicamente también el desarrollo tecnológico del armamento.


  1. EL MODELO DE FUERZAS ARMADAS DEL SIGLO XXI EN EUROPA

            El modelo de nación de armas ha pasado por etapas diversas durante los siglos XIX y XX en donde han variado algunas de estas características aunque siempre se ha mantenido el concepto general. Las dos guerras mundiales fueron su principal campo de prácticas y como consecuencia del horror que dejaron, se inició una nueva doctrina de rechazo a la guerra como forma de hacer política exterior (1). Esta doctrina también tendría como consecuencia un rechazo cada vez mayor al servicio militar como base del recurso de personal de los Ejércitos cuando estos no son empleados en la defensa estricta de la patria. La caída del muro de Berlín y el final de la Guerra Fría cambia de forma radical la concepción estratégica de la Defensa y con ello el modelo de nación en armas entra definitivamente en crisis y se inicia la transformación hacia el modelo del siglo XXI.
La desaparición del pacto de Varsovia  aleja la posibilidad de una invasión exterior y los más de cincuenta años de paz en Europa Occidental hacen más difícilmente creíble la posibilidad de un enfrentamiento armado a nivel regional. Ante esta situación, y en el marco de una OTAN transformada y reconvertida, los ejércitos occidentales se transforman para afrontar una amenaza lejana, disgregada y peor definida, entendida en el marco de la globalización de la situación política mundial. Las nuevas misiones se realizan casi siempre muy lejos de suelo europeo, con reflejo indirecto sobre sus ciudadanos y por tanto no siempre bien entendidas,  con fines tales como salvaguardar la paz mundial, muy anhelable pero no siempre traducible a actuaciones concretas, practicables y comprensibles por la Opinión Pública.
Como consecuencia de todo esto las FAS necesitan más capacidad de proyección, más interoperatividad, y más tecnología para suplir la falta de recursos humanos, ya que el reclutamiento de ejércitos en masa no resulta factible en sociedades acomodadas que ven los conflictos muy lejanos. Se impone la doctrina de la minimización de daños colaterales para afrontar mejor la difícil comprensión de la Opinión Pública. Las nuevas tecnologías sirven también en este sentido.



Las nuevas características del modelo de FAS por tanto serían las siguientes:
-          El modelo de FAS no está orientado a la defensa de la nación sino a principios de orden universal ó regional combinados con intereses estratégicos tradicionales. Lo que bien se podría traducir como unas FAS al servicio de la política exterior.
-          La identificación pueblo-nación-FAS pierde fuerza por el rechazo que han generado en el pasado los conflictos armados motivados por nacionalismos exacerbados.


-          Profesionalización al desparecer el reclutamiento y deja de ser institución veladora del orden público y de principios de defensa de la patria.
-          Alto coste, pese a disminuir notablemente los recursos humanos, por la introducción de tecnologías y por la profesionalización del personal.
-          Distanciamiento de la sociedad civil por la lejanía de las misiones y la escasa repercusión de la población civil europea en los conflictos en los que participan sus ejércitos.

Si analizamos detenidamente las características de las FAS del siglo XXI podemos ver, que salvo la importancia de las tecnologías y las motivaciones ideológicas de sus misiones, todas sus características son similares a las del Ejército del Antiguo Régimen. Durante el siglo XVIII los ejércitos profesionales luchaban para defender intereses de la monarquía, lo hacían a menudo en escenarios lejanos, eran ajenos a los principios de defensa de la patria y sus principios, y estaban profesionalizadas. Incluso podemos apreciar cierto paralelismo en la mesura con que usaba la fuerza en el siglo XVIII en Europa sin afectar apenas a las poblaciones civiles, con el uso actual de las FAS; ambas como consecuencias de la experiencia anterior de guerras terribles: en el primer caso la guerra de los Treinta años que asoló Alemania en el XVII, y en el segundo caso las dos guerras mundiales. Y esta comparación, que da nombre al artículo, es la base de la reflexión sobre nuestro modelo de FAS. Se habla frecuentemente de las nuevas FAS y a lo mejor el nuevo concepto no es tan nuevo como se cree, parece más bien antiguo, mucho más que el anterior; si bien adaptado a las circunstancias actuales que lógicamente distan mucho de ser las de la Europa del siglo XVIII. El interés de esta semejaza radica en las enseñanzas que podemos extraer de aquella época, y que nos permitirán conocer mejor hacia donde va este modelo nuevo, aún en transición, en algunos aspectos.

  1. ¿HACIA DONDE VAN LAS FAS ESPAÑOLAS?

Aunque compartiendo el contexto histórico y cultural de Europa, y aún integrados en la UE y la OTAN, y por tanto compartiendo tendencias y características de las FAS de las naciones europeas, España tiene por sus propias peculiaridades debidas fundamentalmente a razones históricas.
Durante los siglos XIX y XX el Ejército español ha sido institución en la defensa de la nación, pero a diferencia de otros países, en España la amenaza ha sido percibida internamente y no de agresión exterior. El Ejército se ha ido convirtiendo en un elemento decisivo en la lucha contra las revueltas sociales y los movimientos disgregadores. Su papel ha sido preponderante en la política interna, protagonizándola muchas veces, incluso tomado directamente el poder en dos ocasiones. A esto hay que unir las guerras civiles que han asolado España en varias ocasiones de forma trágica, mientras que la participación en guerras exteriores ha sido mucho más escasa y con episodios más trágicos que gloriosos, como la Guerra contra USA por Cuba y la impopular guerra del Rif que trajo el desastre de Annual entre otros.
En consecuencia podemos iniciar nuestro análisis partiendo de características compartidas con el resto de naciones europeas y otras que son intrínsecamente españolas:
-          Por un lado la profesionalización de las FAS y el nuevo perfil de la amenaza nos ha afectado de igual modo que nuestros vecinos y socios de la UE y la OTAN.
-          Por otro las FAS han tenido en España índices de aceptación popular por debajo de la casi totalidad de los países europeos y en general los principios de Seguridad y Defensa son menos compartidos y comprendidos (2). Asimismo nuestro principal aliado en este sentido (USA) es visto por la Opinión Pública más como una amenaza que como un garante de la Seguridad (3). El antiamericanismo y el pacifismo  han tenido en España un gran arraigo social.
La entrada del nuevo modelo de FAS ha llegado a España de forma progresiva, introducida mediante reformas legislativas, pero también con un cambio de mentalidad dentro de la institución que se ha ido produciendo poco a poco teniendo quizá su máximo exponente en la entrada en la OTAN y en la supresión del servicio militar obligatorio. Este último punto se adoptó como consecuencia de una fuerte presión social y no de un debate político sosegado apoyado por informes técnicos sobre las repercusiones del cambio y de las reformas necesarias que deberían ser realizadas en la Defensa. A diferencia de otros países el cambio se hizo “sobre la marcha” y como imperativo de una sociedad que lo consideraba inaplazable.
Sin embargo la profesionalización de las FAS es un proceso mucho más profundo y complejo que la simple transformación del soldado de reemplazo en un soldado profesional. La profesionalización supone el cambio de fundamentos y fines de la institución militar en un sentido amplio.
Dado que aún estamos en un sistema en transición, y que muchos de los militares que integran las FAS, y especialmente los mandos, han sido educados y formados en otro sistema, algunos de estos cambios no se han terminado de comprender ó de consolidar. Pasemos a analizar algunos de ellos:

1.1  PEFIL SOCIAL DE LAS NUEVAS FUERZAS ARMADAS

Las características de las nuevas misiones de las FAS han implicado cambios en cuanto a la operatividad y a la orgánica de bastante profundidad, sin embargo se olvida a menudo de la importante dimensión social e ideológica que esto está suponiendo.
Pero el hecho de que las misiones nuevas sean tan alejadas del suelo patrio y que se hagan en el marco de alianzas internacionales también cambia la percepción que tiene de las FAS tanto la sociedad como los propios militares:
Ha desaparecido la sensación del Ejército como guardián de la patria, también la noción de misión de paz ó de misión guerra ha quedado diluida en un concepto nuevo, más complejo, que se traduce a la Opinión Pública como Operaciones de Paz, pero que no está exenta de serios riesgos y amenazas, y que entremezcla principios internacionales de paz con intereses estratégicos.
Por otro lado la supresión del servicio militar obligatorio ha desposeído a las FAS de la misión de instruir a los españoles en las tareas de la Defensa de la patria, lo que supone, unido a otras causas como la democratización plena del Estado y la falta de percepción de una amenaza exterior, que los españoles ya no relacionan patria con FAS ni FAS con Unidad, ni con Soberanía ni con Integridad Territorial, como  reza el artículo 8 de la C.E. al que me referiré más adelante. La realidad es que las FAS se han convertido en un instrumento al servicio de la política exterior del Gobierno, sin más misión que la que le encomiende el ejecutivo y que por ser estrictamente política las FAS acatarán sin más.

Hay varios hechos que vienen demostrando esta transformación:

-          Para los militares su función es concebida como una profesión, un poco más vocacional que otras, pero cuyas responsabilidades derivan del sueldo que les pagan y no de servir a fines superiores. El patriotismo no es que haya desaparecido, pero forma parte de los valores  internos de la persona sin que se perciba relación alguna entre este y su trabajo diario.

-          La baja confianza que la sociedad española tiene en las FAS, se ha mitigado a través de campañas de publicidad consensuadas desde el poder político. Estas campañas se han basado en eludir la terminología antigua y tradicional y en introducir un nuevo lenguaje, en el que misiones de las FAS son siempre de paz y donde los soldados no disparan armas sino reparten alimentos y medicinas. La campaña que el Ministerio de Defensa ha utilizado para el reclutamiento forzosamente nos está marcando un camino diferente. En las campañas nunca se habla de España, ni de la patria, ni se mencionan enemigos, sólo se habla de paz, de solidaridad y de conseguir un buen trabajo.

-          En las nuevas RROO para las FAS la misión constitucional de defensa de la patria permanece, pero los principios doctrinales básicos han sido recortados y se han incorporado principios referentes a operaciones de paz..

-          En los ejércitos modernos la necesidad de multiplicar los órganos de apoyo logístico, de instrucción, de adiestramiento, de gestión de personal, etc ha convertido a la mayoría de los militares en funcionarios de su organización, siendo sólo una minoría los que sirven en las Unidades Operativas ó en los Buques. Esto también ha contribuido a aumentar la distancia entre Mando y la Fuerza.

-          El Estado del Bienestar también ha llegado a las FAS y ello trae como consecuencia la necesidad de desarrollar una Política de gestión de personal que haga compatible los intereses de la Defensa con los intereses materiales de los profesionales que forman parte de la institución. Ello implica un mayor esfuerzo de motivación y más recursos económicos.

-          Las FAS no son, en la práctica,  las responsables de mantener la soberanía e independencia de España, sencillamente por que no pueden hacerlo, la sociedad no se lo permitiría por considerarlo una ruptura del sistema democrático. Las FAS son sólo un instrumento al servicio del Gobierno, que podrá ó no utilizarlas en ese cometido. Ni siquiera es fácil que la sociedad española acepte defender la Unidad, Soberanía, ó Integridad Territorial de España por medio de las FAS aunque lo hagan cumpliendo órdenes del Ejecutivo. Otros Estados se han dividido Estados sin que el Ejército se haya utilizado para impedirlo. El controvertido caso del Teniente General Mena, arrestado y destituido por mencionar en un discurso el deber de las FAS de garantizar la Unidad de España en caso de que el Estatuto Catalán la rompiese, es un buen ejemplo del momento en el que estamos. En mi opinión, el Teniente General no cometió infracción alguna, ya que el artículo 8 de la C.E. respaldaba nítidamente su posición. Lo que realmente sucedía, estemos ó no de acuerdo, es que ese artículo está desfasado con la realidad actual de España y que por lo tanto su aplicación no resulta realista. Lo más lógico y racional sería reubicar el artículo en el título IV referente a las responsabilidades y misiones del Gobierno, donde también está ubicado el artículo 104, que es el que define las misiones de las FCSE. En su ubicación actual, en el título preliminar, las FAS constituyen una institución básica del Estado, con una Fuerza y misión propia que se debe a sus fines, muy loables y gloriosos, de defender la patria. Tal ubicación se debe, sin duda, al momento político en que se redactó la Constitución, pero que se ha quedado claramente fuera de su tiempo.

Como vemos, la vinculación de las FAS a la patria y al pueblo español se ha debilitado enormemente y es característica común de todos las naciones europeas. El retorno al Ejército del siglo XVIII en cuanto a su filosofía y finalidad es cada vez más claro.

La profesionalización a su vez, convierte al militar en un trabajador al servicio del Estado. Por el sólo hecho de serlo, el militar, admite el uso de la Fuerza como solución a los conflictos. Admite la estricta disciplina, la jerarquización de todos los puestos de trabajo y la Unidad de la Organización como principios básicos de la Institución y que gozan de buena saluda en tanto son la clave de la eficacia de las FAS. Pero, en cuanto a los fines de su trabajo, el militar es estrictamente neutral. Su opinión no cuenta para nada, y el Líbano, Afganistán ó Irak son sólo escenarios de actuación en los que ha de servir con igual tesón.
No se ve vinculación entre España y el trabajo del militar. En el extranjero, cuando los soldados se están lejos de la patria, rodeados de gente de otros países y de otras culturas, se sienten más unidos y más españoles. Pero en el suelo patrio no se relaciona fácilmente patriotismo con el trabajo diario.
Podemos concluir, para entender mejor este proceso, que estamos transformándonos en un Ejército de mercenarios. Mercenarios que hacen su trabajo a cambio de dinero. Es la mejor aproximación, aunque el hecho de ser mercenarios no implique irse a trabajar para otro patrón que pague más.
Recuerdo allá por el año 2001 al Almirante Balbás pronunciando una conferencia en la Universidad de verano del CEU; en aquella ocasión con el servicio militar obligatorio recién suprimido, el Almirante insistía en denominar al militar actual con el nombre de mercenario, mientras abogaba por dignificar el significado del término. Probablemente en aquel auditorio sólo Él había captado lo que aquel cambio significaba.
Los hombres y mujeres de las FAS se han convertido en un recurso, caro y valioso. Y como todos los recursos, se compran con dinero que es a fin de cuentas lo que más peso tiene para alcanzar unas FAS operativas y eficaces.
1.1  CAPACIDAD OPERATIVA DE LAS NUEVAS FAS.

Entre quienes critican el modelo actual de las FAS, se escucha frecuentemente su incapacidad para hacer frente a una verdadera amenaza. Valorar esto, no es tarea de un simple artículo, ya que requeriría un estudio muy complejo que englobaría muchos aspectos. Sin embargo cualquier Ejército ó Fuerza Armada se configura en torno a la amenaza que percibe, y en este sentido hemos de decir que de acuerdo con los denominados Intereses Estratégicos de España y de las alianzas de las que forma parte,  la tendencia sigue siendo la de esforzarse en aspectos como la interoperatividad entre ejércitos y con los aliados y la capacidad de proyección. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que estemos dando con la tecla correcta, al menos no totalmente. España, como el resto de naciones europeas, ha apostado por unas FAS donde la tecnología es un valor superior que puede ayudar a asegurar la superioridad en el enfrentamiento, ahorrando recursos humanos. Y además contribuye a disminuir el número de bajas, propias y enemigas, tan vital para el éxito en el cumplimiento de las misiones. Pero apostar tan fuerte por la tecnología y la organización tiene sus inconvenientes. Para tener un buque alistado ó una Unidad preparada, se requieren muchas más personas en los órganos de apoyo, de mando, de adiestramiento, de gestión de personal… muchas más que antes. Esto tiene como consecuencia de querer tener buques de guerra, aeronaves y vehículos de tecnología punta bien alistados y dirigidos por personas bien formadas y adiestradas, va a suponer tener muy pocos, con los problemas que ello implica de sostenibilidad de la misión y de capacidad para enfrentarse a enemigos cuantitativamente poderosos.
La única Fuerza militar, posiblemente de todo el mundo, capaz de tener ambas cosas es USA. Por esa razón Europa se ha hecho totalmente dependiente de USA en cuestiones de seguridad. Para que Europa pueda defenderse por sí misma, necesita incrementar sus capacidades militares. Y el problema de incrementar las capacidades  es que supone un elevado coste económico y afrontar serios problemas de reclutamiento.
Las únicas alternativas viables pasan por ganar más apoyo de la sociedad, basándolo en información realista, y converger a unas FAS europeas en las que cada nación pueda especializarse en unas capacidades concretas. Para ello será necesario que los Estados europeos vayan renunciando a sus intereses particulares de seguridad en beneficio de los europeos, para lo que sin duda harán falta aún bastantes años. No obstante la tendencia debe ir en este sentido, mientras los ejércitos se van desprendiendo de sus misiones estatales y las industrias europeas de Defensa están incrementando sus proyectos comunes, debido a su elevado coste (4).

1.2  LA NUEVA LEY DE CARRERA MILITAR 39/2007

En un artículo sobre el modelo presente y futuro de las FAS españolas no podía faltar una alusión a la Ley de Carrera militar que acaba de entrar en vigor. Lo primero que hay que destacar es que la Ley no cambia el modelo de FAS,  sino que cambia la forma de gestionarlo en lo que se refiere a su recurso más valioso y complejo, el del personal.
A diferencia de lo que ha sucedido con las reformas orgánicas, que han llevado una tendencia clara desde la creación del Ministerio de Defensa, las leyes reguladoras de la profesión militar han ido dando bandazos, sin dar continuidad a un proyecto concreto sino más bien sustituyendo uno por otro, sin terminar de desarrollar la Ley anterior. A la ley del año 89 le sustituyó la del 99 y a esta la del 2007. En un espacio de 18 años, bastante corto de tiempo para un proyecto que debería durar al menos medio siglo, se han sucedido tres proyectos diferentes en los que las Escalas, los Cuerpos y los Empleos aparecían y desaparecían, se integraban ó eran declaradas a extinguir.
Desde la óptica subjetiva de un militar de carrera tengo la sensación de que el legislador de Defensa está actuando como un perfecto desconocedor del medio que maneja. La vida del militar de carrera viene determinada por la senda que le marquen las leyes. Esto no ocurre en ninguna otra profesión, no al menos de una manera tan acusada. Cambiar cada diez años las leyes supone alterar continuamente las expectativas de vida de miles de profesionales con efectos demoledores en materia de motivación.
La ley 39/2007 introduce aspectos enormemente novedosos y por tanto controvertidos. Lo más destacable de la Ley es que pese a suponer cambios radicales en el desarrollo de la carrera militar, no prevé un mecanismo lento y progresivo de aplicación sino que se aplica de forma radical sin adaptaciones ni transiciones. Como consecuencia de la aplicación de la Ley, se han producido miles de recursos judiciales. En ningún otro momento de mi carrera he presenciado un malestar mayor en el seno de las FAS a causa de una norma de personal. El mérito de la Ley 39/2007 es que no ha dejado satisfecho absolutamente a nadie con independencia de su Grado, Cuerpo ó Escala. Raro es el día que la citada Ley no aparece en una conversación en cualquier Buque ó Unidad. Por desgracia, además del descontento, la Ley ha traído desunión. Las principales novedades que introduce la Ley 39/2007 son:
-          Un sistema de enseñanza militar para Oficiales de corte universitario con la obtención de una titulación del sistema educativo. Con el nuevo sistema, además la selección de Oficiales se realizará en las mismas academias ya que no todos los alumnos que ingresen serán Oficiales como venía ocurriendo hasta ahora.
-          Integración de las Escalas auxiliares de Oficiales (Escala de Oficiales antes Escala Media) y de la Escala de Oficiales de Mando (llamada Escala Superior de Oficiales) en una sola. Una sola que sería equivalente a la Escala de Oficiales de Mando.
-          Eliminación de la promoción interna de Suboficiales a la Escala de Oficiales, como consecuencia de la desaparición de la Escala de Oficiales (Auxiliar).
-          Limitación de los ascensos al establecerse sistemas de selección desde el segundo ascenso a empleo superior, tanto en Oficiales como en Suboficiales.
Analicemos cada uno de ellos:
- El sistema de enseñanza militar universitario es una opción del legislador. En muchas  naciones de nuestro entorno los Oficiales pueden proceder de la Universidad ó instruirse en Centros militares sin que necesariamente exista una homologación académica. Este cambio puede ser ventajoso para el individuo en el sentido de que permite una mejor integración del militar en el mercado laboral civil, aunque desconozco si será positivo para la institución al tener que formar más profesionales de los que después va a sacar partido. Tampoco es seguro que entre los jóvenes que van a estudiar una carrera prefieran ser Oficiales antes que Ingenieros Industriales civiles. Existe cierta obsesión en el legislador de Defensa de hacer del militar una profesión cada vez más “civil”, pretendiendo con ello, tal vez, evitar que proliferen en los militares posturas ideológicas aislacionistas e incluso peligrosas para la sociedad como el belicismo ó el autoritarismo. Si este ha sido uno de los móviles del legislador, convenía recordar que después de más de treinta años de democracia este debate debería estar ya cerrado.

-           El sistema de ascensos por clasificación y elección que se extiende desde el acceso al segundo empleo del militar de carrera viene a sustituir al tradicional por antigüedad, si bien en la Ley anterior este sistema introducía importantes variantes como la reordenación de promociones ó los ascensos por selección, donde unos pocos elegidos saltaban la antigüedad de los demás.
La principal diferencia entre uno y otro sistema no es sin embargo el criterio por el que se van a ordenar los militares al ascender. La principal diferencia es que no todo el personal evaluado para el ascenso será promovido al empleo superior. El legislador obliga a seleccionar, obliga a elegir a unos y dejar a otros fuera. En el sistema tradicional el Estado formaba a un grupo de militares y a medida que cumplían años de servicios, acumulaban experiencia y antigüedad, los ascendía; desarrollando toda su vida siempre en el seno de las FAS donde toda su trayectoria era claramente predecible. En el nuevo sistema el militar está expuesto permanentemente a la incertidumbre.
El acceso a un empleo superior supone ocupar nuevos destinos jerárquicamente superiores, funciones a menudo completamente diferentes, nuevos cometidos, nuevos retos, nuevas ilusiones, nuevas formas de vivir, nuevos lugares de residencia, incluso un trato personal diferente con quienes forman su  entorno profesional. Dejar todo esto en la incertidumbre supone un grado de preocupación y de desmotivación. Es bastante previsible que quien sea adelantado por otros de menos antigüedad se desmotivará y su rendimiento profesional se verá muy afectado. Su entorno profesional se le hará cada vez más hostil y perderá sus ilusiones profesionales. El sistema podría tener efectos positivos si entre los elegidos para el ascenso prematuro se promueve a magníficos profesionales y el resto son despedidos ya que difícilmente van a poder motivarlos. El problema es que en la actualidad las FAS carecen de un sistema justo y eficaz para hacer esta selección ya que el sistema de los IPEC produce más daño que beneficio (5),  y que los despedidos suponen un incremento de costes laborales para la institución; además de que en las circunstancias actuales no sería nada fácil incorporarlos a la vida laboral en el ámbito civil. Pero quizá la cuestión clave es preguntarse si realmente es necesario seleccionar para ascender. En la actualidad las FAS forman a un número determinado de militares y saca partido de todos, de la inmensa mayoría con gran profesionalidad. Si se selecciona, aún haciéndolo bien, probablemente se pierda más que se gane. Seleccionar no sólo implica elegir a los mejores sino también rechazar al resto. ¿Es mejor tener unos pocos muy buenos y el resto desmotivados ó tener al cien por cien funcionado con un rendimiento más que aceptable? La realidad es mucho más dura, ya que la forma de seleccionar serán sobre todo los IPEC, basados en apreciaciones subjetivas del mando lo que sin duda fomentará el servilismo y  los abusos de autoridad y no la competencia objetiva. Valorar la trayectoria puede ser una buena alternativa, pero hay que tener en cuenta que la trayectoria en el sistema actual no es siempre ni la idónea para el individuo, ni a menudo la elegida por él mismo. Y aún cuando ha sido elegida no se ha hecho a sabiendas de que le iba a ser valorada en el futuro de esta u otra forma.
- La formación de una única escala de Oficiales formada desde las Academias- Universidades es una opción entre otras posibles. Las Escalas Auxiliares cubrían los empleos más bajos de la Oficialidad en tareas más técnicas, donde la permanencia mayor en estos empleos y la propia experiencia (nutridos de promoción interna)  era un aval de competencia profesional. De esta forma se cubría la escasa experiencia de los militares de la Escala de Mando en los grados inferiores, ya que tenían que  ascender más rápidamente para poder alcanzar los empleos superiores. El legislador en la ley del 89 desnaturalizó la función de las Escalas Auxiliares al crear el acceso directo y el Cuerpo General de la Escala Media con igual función que la Escala Superior pero sin opciones de Mando. Después de introducir estos cambios ahora se decide eliminarla entera.
Con el sistema actual la permanencia en los empleos inferiores se cubrirá no por Oficiales de Promoción interna sino por Oficiales rechazados en procesos de evaluación para el ascenso y por lo tanto desmotivados.
Al no establecer periodos de transición, pese a que la Ley habla de plazo de aplicación razonable, este problema se puede agravar, al meter en el mismo saco trayectorias profesionales diferentes, formación diferente y ni siquiera respetar las antigüedades. Integrar de golpe a todas las Escalas producirá un engrose del escalafón en los empleos más bajos lo que producirá un envejecimiento del mismo, que puede ser muy notable al unir a esto la modificación de plantillas al cambiar el sistema de ascensos a elección de Coroneles y Capitanes de Navío.
-           La eliminación de la promoción interna de Suboficiales eliminará un incentivo profesional y un elemento de acercamiento entre Oficiales y Suboficiales. A cambio se afirma que se potencia la capacidad de los Suboficiales, pero no se explica como se va a hacer.

En la exposición de motivos de la Ley de Carrera 39/2007 justifica la necesidad de cambiar los sistemas de ascenso y de enseñanza militar en la potenciación de una excelente formación (6) y de primar el mérito y la capacidad (7). Lógicamente con este planteamiento ha de suponerse que el legislador no está satisfecho con la actual capacidad de los mandos militares pese  a que la anterior Ley 17/99 también se motivaba en base a idénticos criterios (8).
Con respecto a la unificación de Escalas llama la atención su fundamentación:
el propósito de superar las disfunciones del modelo actual, acomodarse al proceso de conformación del espacio europeo de educación superior y potenciar el papel de
los suboficiales. Esta medida tiene en cuenta, además, la experiencia de ejércitos de otros países de nuestro entorno.”
No se explica a que problemática se refiere cuando habla de disfunciones, y respecto al espacio europeo de educación superior (Bolonia) tampoco justifica por que existe tal necesidad si Bolonia no es de aplicación obligada a las FAS. La supuesta potenciación del papel del Suboficial no se concreta a que normas se está refiriendo.
Con respecto a la experiencia de los países de nuestro entorno es preciso hacer una aclaración: no todos los modelos sirven para todas las instituciones ni para todas las naciones, es necesario conocer bien el medio en que nos movemos para poder aplicar una herramienta que fue útil en otro contexto diferente. Respecto al sistema de ascensos con saltos de antigüedad, por ejemplo, existente en otros Ejércitos y Armadas, es necesario distinguir aquellos donde la permanencia en servicio es minoritaria y existe un flujo continuo de militares a la vida civil donde encuentran acomodo profesional por el prestigio de la Institución en la sociedad. Tal circunstancia no se da en España.
Con ánimo de defender los criterios de la Ley, se ha argumentado que introduce criterios empresariales que fomentan el rendimiento laboral. Una vez más se está introduciendo una experiencia exitosa en otro ámbito, en un entorno radicalmente diferente. Los ascensos en el mundo empresarial tienen escasa semejanza con los producidos en la institución militar. Son escasos, inciertos y no implican cambio en una jerarquía tan estricta, ni diferencias notables de trato, ni cambios de cometidos tan radicales. Aún así, dentro del mundo empresarial nadie modificaría las condiciones de sus trabajadores sin previo consenso.
                                                                                                                                 
Durante el pasado siglo XX la controversia suscitada por los ascensos por méritos de guerra provocó muy serias fricciones en el Ejército culminando con la creación de las Juntas Militares, con grave quebranto de la disciplina. La experiencia culminó con la unificación de todos los ascensos por criterios de antigüedad y el problema no volvió a reproducirse. Hay que tener en cuenta que los méritos de guerra eran mucho más objetivos y concretables que las actuales valoraciones de los IPEC. En el mundo militar la disciplina descansa sobre todo en el respeto a la antigüedad.
También hay que tener en cuenta que con mucha más frecuencia de la que sería deseable, una Ley no cumple los objetivos para los que se pretendió, sino que más bien alcanza los contrarios. En el caso de la Ley de Carrera se pretende fomentar el mérito y la capacidad dentro de la profesión y una formación excelente, pero lo que puede conseguir es un grado de desmotivación preocupante y la corrupción del sistema.

4.  CONCLUSIONES

El modelo actual de FAS en España ha cambiado como consecuencia del nuevo entorno estratégico, pero sobre todo por los cambios habidos en la sociedad. El nuevo modelo aunque ya establecido, no ha sido totalmente comprendido por muchos de sus miembros formados en el anterior con principios totalmente diferentes.
Dentro de estos principios el más notable ha sido el del personal, que se ha convertido en un recurso de gran valor y que es y va seguir siendo el más determinante en las capacidades militares de las FAS.
Los principios ideológicos ya no tienen cabida en las FAS, debiéndonos a principios fundamentalmente de eficacia y competencia, pero sin olvidar que los tradicionales valores militares son garantía de su profesionalidad.
El perfil del militar actual es muy similar al del siglo XVIII, la del soldado que hace su trabajo por dinero y no por un deber idílico ó espiritual.
La Opinión Pública es un factor decisivo de capacidad militar ya que sin el apoyo de la misma no es viable una operación militar sostenida. Es preciso incrementar los esfuerzos en este sentido, pero sin desnaturalizar el contenido del mensaje, por que de ser así el apoyo se convertiría en ficticio e inútil.
La actual naturaleza de las misiones y la configuración de la amenaza nos obligan a converger en Europa para la adquisición de capacidades militares combinadas ó a seguir dependiendo de USA.
El deber del militar de abstenerse de expresar sus ideas políticas no implica que no se escuche públicamente su opinión profesional en asuntos de Seguridad y Defensa y en la gestión de la política de personal que nos afecta directamente, con independencia del Poder político al que servimos (9).
Si se opta por un cambio revolucionario en el sistema de gestión de personal de la profesión militar, este ha de hacerse desde la base de personal de nuevo ingreso y no desde profesionales con muchos años de servicio educados, formados y con expectativas de vida más favorables conforme al anterior sistema. De no hacerse así se pagará un elevado precio en motivación.

Publicado en la revista Atenea nº 15, abril 2010



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