sábado, 26 de septiembre de 2015

RETIRADAS EN CAMPAÑA



Lejos quedan ya los días en que las misiones en Afganistán o en Irak estaban en pleno centro de la polémica. En un momento económico muy crítico que vive Europa, el hecho o mejor el dicho,  apenas ha tenido repercusión mediática. Sin embargo pese a ello y a que las encuestas le son en principio favorables, el candidato socialista al Elíseo no ha podido resistir la tentación. Francois Hollande anunció en plena campaña electoral que si se convertía en presidente de los franceses los soldados de su país abandonarían Afganistán de manera inmediata. Una vez más la búsqueda del voto sirve a los políticos para justificarlo casi todo. No es la primera vez, ya sucedió antes en otros países de la OTAN y en circunstancias parecidas.
El populismo no se lleva muy bien con la necesidad de fomentar una robusta conciencia de defensa. El entorno actual geoestratégico está implicando que las misiones de las Fuerzas Armadas occidentales no sean fácilmente comprendidas por el gran público. Los escenarios son lejanos, distantes, no sólo en el espacio sino también en lo cultural y en lo mediático. No resulta fácil explicar la necesidad de enviar tropas a escenarios de alto riesgo donde los soldados ponen sus vidas en peligro cuando no se comprenden las causas ni se ven los beneficios. Ganar la opinión pública es uno de los grandes retos de la estrategia de defensa de las naciones de la OTAN. Es por ello que los gobiernos y los líderes políticos, también cuando estén en la oposición, deben ser muy rigurosos a la hora de decidir a donde enviar a nuestros soldados y muy rigurosos también a la hora de decidir cuáles son sus objetivos y cuando estos se consideran alcanzados. Resulta fácil sucumbir a la tentación de enviar tropas a misiones cuyo objetivo resulta incierto en momentos políticos determinados con el fin de obtener beneficios políticos a corto plazo, y al mismo tiempo decidir retirarse en momentos electorales para arañar un puñado de votos cuando algunos de los soldados han vuelto a casa en caja de pino. Tales conductas convierten a los soldados en rehenes del oportunismo político, hacen la política de Defensa mucho menos creíble y distancian a las Fuerzas Armadas de la sociedad. Por otro lado la confianza entre los aliados se resiente y la conducta insolidaria se contagia.
Se echa de menos un poco más de rigor, un poco más de seriedad y mucho más de responsabilidad evitando las decisiones tomadas al calor de las urnas sin pensar en las consecuencias que van mucho más allá de la elección de uno u otro candidato de uno u otro partido. La credibilidad de las misiones en el exterior, de los pilares de nuestra Defensa y de la propia razón de ser de la OTAN está en juego. Es necesario, más que nunca, que los líderes políticos se esfuercen en explicar a la sociedad lo que hacen sus soldados, que expliquen porque arriesgar la vida de unos pocos puede salvar la vida de muchos, que expliquen ,como ha hecho el JEMAD holandés, que se puede coger un arma para hacer un mundo mejor o que hacer un mundo más justo pasa por hacerlo más seguro. Que nos cuenten por que toman decisiones que ponen en riesgo la vida de algunos de sus ciudadanos, para que luego en momentos electorales decidan retirarlos del peligro como si se erigieran en sus salvadores.
Las naciones occidentales necesitan más que nunca líderes que crean en  valores y que tengan capacidad para poder explicarlos y transmitirlos y huir de eslóganes fáciles, de tópicos trasnochados que sólo dan beneficios a corto plazo aunque sirvan para alcanzar el poder que es a la postre lo que muchos ciudadanos acaban pensando que es lo único que interesa a los políticos.
Publicado en Atenea, junio 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario