El pasado verano
el Comandante militar de Marina de Santander se despedía del cargo con un
discurso agrio y controvertido. Según el Capitán de Navío García Olivares, cuyo
discurso produjo notable malestar en varios de los asistentes, las Fuerzas
Armadas eran por varios motivos objeto de agravio y desprecio por parte de las
autoridades civiles. Se quejaba del trato dado por Defensa a las viudas y
huérfanos de los caídos en Haití y a los últimos soldados de Bosnia, pero
probablemente lo que motivaba más su desencanto, porque le tocó vivirlo más de
cerca, era el fracaso del proyecto de convertir la fragata “Extremadura” en un
museo flotante para la ciudad de Santander. El que en otro tiempo fuera mi profesor de armas submarinas en la Escuela Naval de
Marín confesaba públicamente que la fragata no sería amarrada para siempre al
puerto de Santander por la única razón de que una determinada autoridad “no lo
quería allí, donde no pintaba nada”. Desconozco como ha naufragado el proyecto
de la fragata y cuales son las razones de fondo por las que el buque no ha
llegado a buen puerto y me consta que Santander lo es y en gran medida. Pero si
las razones no son más que ideológicas estaríamos ante un desaire mayúsculo a
las Fuerzas Armadas, del que van a salir perjudicadas además de estas, toda
España y en especial la ciudad de Santander que tantas muestras de afecto a la Armada ha mostrado durante
toda su historia.
La fragata “Extremadura” es la
quinta y última de la clase Baleares. Estos buques fueron construidos y puestos
en servicio en los años setenta. Durante más de tres décadas las fragatas tipo
“Baleares” han hecho unos cuantos miles de días de mar, han surcado muchas
aguas siendo sus preferidas las del Atlántico Norte donde han cruzado varias
veces el círculo polar ártico, visitado los fiordos noruegos, el canal de San
Jorge y las aguas del Báltico y de Islandia, capeando los más duros temporales.
Durante años han participado con éxito en la operación SHARP GUARD, recorriendo
el Mar Adriático con la misión de vigilar el embargo de armas en las guerras de
la antigua Yugoslavia. La fragata Extremadura fue el primer barco de guerra
español en atracar en la ciudad de Venecia durante aquella misión.
Por muchas razones las fragatas tipo
“Baleares” han sido pioneras. Fueron los primeros buques de guerra modernos de la Armada Española.
Los primeros buques de primera línea fabricados en España. Aunque basados en el
modelo de la fragata “Knox” americana, fueron diseñados y construidos por los
astilleros de la entonces empresa nacional Bazán en Ferrol. Fueron los primeros
barcos españoles que lanzaron misiles, los primeros en ser dotados de un
sistema de Mando y Control, precedente inmediato de los modernos sistemas de
combate y los primeros buques también en incorporarse a las agrupaciones
navales permanentes de la
OTAN. La fragata “Extremadura” vivió además en sus últimos
días de vida un trágico accidente en la cámara de calderas que acabó con la
vida de dos de sus hombres. Eran aquellos ya días agónicos para los buques que
orgullosamente habían formado la 31 escuadrilla de escoltas, y su estado de
conservación y mantenimiento no era como antaño. Sirva de homenaje a ellos
estas líneas, ya que el museo no podrá servirles.
La fragata “Extremadura” es historia viva, historia de la Armada e historia de
España. Sería un regalo extraordinario para una ciudad de enorme vocación
militar y marinera como Santander, de donde recuerdo el enorme interés que
despertaban los buques de la
Armada cada vez que atracábamos. Por otro lado, para la Armada, tener un museo
flotante de la categoría de la fragata “Extremadura” resultaría tremendamente
beneficioso. La imagen que se podría proyectar desde el buque de nuestra
historia y nuestra labor no es realizable recorriendo miles de kilómetros con
los autobuses de “captación”. Si se deja pasar esta ocasión habremos perdido
una oportunidad única, extraordinaria. Le hubiese augurado al museo
“Extremadura” una afluencia record de público, un aliciente extra para el
turismo en la ciudad de Santander y una ventana privilegiada para dar a conocer
la Armada a
toda España. Del mismo modo que los franceses tienen al “Colbert” atracado en
la ciudad de Burdeos ó los británicos al “Belfast” formando una estampa
inconfundible junto al Tower Bridge en Londres, la “Extremadura” podía estar
integrada en el puerto de Santander. No se entendería que España no pueda tener
el mismo aprecio y respeto por sus Fuerzas Armadas que sus países vecinos sólo porque
personas que ocupan cargos públicos tomen decisiones al margen del sentir y de
los intereses generales, motivadas exclusivamente por sus ideas personales,
basadas además en posicionamientos ideológicos desfasados, y fruto seguramente de
la ignorancia.
Publicado en Atenea en 2010
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