martes, 6 de octubre de 2015

EL NAUFRAGIO DE LA FRAGATA EXTREMADURA



         El pasado verano el Comandante militar de Marina de Santander se despedía del cargo con un discurso agrio y controvertido. Según el Capitán de Navío García Olivares, cuyo discurso produjo notable malestar en varios de los asistentes, las Fuerzas Armadas eran por varios motivos objeto de agravio y desprecio por parte de las autoridades civiles. Se quejaba del trato dado por Defensa a las viudas y huérfanos de los caídos en Haití y a los últimos soldados de Bosnia, pero probablemente lo que motivaba más su desencanto, porque le tocó vivirlo más de cerca, era el fracaso del proyecto de convertir la fragata “Extremadura” en un museo flotante para la ciudad de Santander. El que en otro tiempo fuera  mi profesor de armas submarinas en la Escuela Naval de Marín confesaba públicamente que la fragata no sería amarrada para siempre al puerto de Santander por la única razón de que una determinada autoridad “no lo quería allí, donde no pintaba nada”. Desconozco como ha naufragado el proyecto de la fragata y cuales son las razones de fondo por las que el buque no ha llegado a buen puerto y me consta que Santander lo es y en gran medida. Pero si las razones no son más que ideológicas estaríamos ante un desaire mayúsculo a las Fuerzas Armadas, del que van a salir perjudicadas además de estas, toda España y en especial la ciudad de Santander que tantas muestras de afecto a la Armada ha mostrado durante toda su historia.


            La fragata “Extremadura” es la quinta y última de la clase Baleares. Estos buques fueron construidos y puestos en servicio en los años setenta. Durante más de tres décadas las fragatas tipo “Baleares” han hecho unos cuantos miles de días de mar, han surcado muchas aguas siendo sus preferidas las del Atlántico Norte donde han cruzado varias veces el círculo polar ártico, visitado los fiordos noruegos, el canal de San Jorge y las aguas del Báltico y de Islandia, capeando los más duros temporales. Durante años han participado con éxito en la operación SHARP GUARD, recorriendo el Mar Adriático con la misión de vigilar el embargo de armas en las guerras de la antigua Yugoslavia. La fragata Extremadura fue el primer barco de guerra español en atracar en la ciudad de Venecia durante aquella misión.


            Por muchas razones las fragatas tipo “Baleares” han sido pioneras. Fueron los primeros buques de guerra modernos de la Armada Española. Los primeros buques de primera línea fabricados en España. Aunque basados en el modelo de la fragata “Knox” americana, fueron diseñados y construidos por los astilleros de la entonces empresa nacional Bazán en Ferrol. Fueron los primeros barcos españoles que lanzaron misiles, los primeros en ser dotados de un sistema de Mando y Control, precedente inmediato de los modernos sistemas de combate y los primeros buques también en incorporarse a las agrupaciones navales permanentes de la OTAN. La fragata “Extremadura” vivió además en sus últimos días de vida un trágico accidente en la cámara de calderas que acabó con la vida de dos de sus hombres. Eran aquellos ya días agónicos para los buques que orgullosamente habían formado la 31 escuadrilla de escoltas, y su estado de conservación y mantenimiento no era como antaño. Sirva de homenaje a ellos estas líneas, ya que el museo no podrá servirles.

La fragata “Extremadura” es historia viva, historia de la Armada e historia de España. Sería un regalo extraordinario para una ciudad de enorme vocación militar y marinera como Santander, de donde recuerdo el enorme interés que despertaban los buques de la Armada cada vez que atracábamos. Por otro lado, para la Armada, tener un museo flotante de la categoría de la fragata “Extremadura” resultaría tremendamente beneficioso. La imagen que se podría proyectar desde el buque de nuestra historia y nuestra labor no es realizable recorriendo miles de kilómetros con los autobuses de “captación”. Si se deja pasar esta ocasión habremos perdido una oportunidad única, extraordinaria. Le hubiese augurado al museo “Extremadura” una afluencia record de público, un aliciente extra para el turismo en la ciudad de Santander y una ventana privilegiada para dar a conocer la Armada a toda España. Del mismo modo que los franceses tienen al “Colbert” atracado en la ciudad de Burdeos ó los británicos al “Belfast” formando una estampa inconfundible junto al Tower Bridge en Londres, la “Extremadura” podía estar integrada en el puerto de Santander. No se entendería que España no pueda tener el mismo aprecio y respeto por sus Fuerzas Armadas que sus países vecinos sólo porque personas que ocupan cargos públicos tomen decisiones al margen del sentir y de los intereses generales, motivadas exclusivamente por sus ideas personales, basadas además en posicionamientos ideológicos desfasados, y fruto seguramente de la ignorancia. 

Publicado en Atenea en 2010

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