domingo, 11 de octubre de 2015

LA DEFENSA NBQR EN EL AMBITO NAVAL



           En el actual panorama internacional, la amenaza de las denominadas armas de destrucción masiva es una constante preocupación en la seguridad de las naciones occidentales. Preocupación que se presenta en todos los ámbitos con diversas iniciativas: desde el impulso internacional de medidas contra la proliferación de este tipo de armas, al nivel policial de control del tráfico ilegal de armas ó agentes, y también, desde luego, a nivel militar en el que una parte, importante sin duda, corresponde al ámbito naval.

            Frecuentemente el término armas de destrucción masiva se emplea constantemente y apenas se usa el de NBQ o más recientemente NBQR. Conviene hacer una aclaración al respecto, ya que NBQR son siglas que se corresponden con las amenazas nuclear, biológica, química y radiológica, amenazas materializadas en armas de  uso militar o empleadas con fines terroristas, que proceden de la disposición y manipulación de agentes químicos que resultan letales o incapacitantes, de agentes biológicos (seres vivos ó toxinas) que producen daños graves para la salud, de explosiones nucleares con efectos devastadores tanto para el entorno como para cualquier forma de vida, y de materiales que producen radiación en intensidad suficiente para causar graves daños a la salud incluida la muerte. Es decir que se refieren a armas cuyo origen y forma está perfectamente definida y lo que es más importante son armas prohibidas por convenios internacionales suscritos por la inmensa mayoría de los Estados que conforman la comunidad internacional. Por el contrario hablar de armas de destrucción masiva es indefinido, ya que aunque todas las armas NBQR pueden serlo, existen otras que también producen daños de manera masiva e indiscriminada y que no forman parte de ese grupo y no están limitadas por ningún convenio internacional.

                        Las armas NBQR pueden ser inmensamente destructivas (de ahí su otra denominación más periodística), sus efectos no se agotan después de un ataque sino que pueden permanecer un tiempo, son contaminantes en el sentido de que una vez lanzadas ocupan un área dentro del cual será muy complicado eludir sus efectos, psicológicamente son muy efectivas por el pavor que producen, y más que producir una ventaja operativa desde el punto de vista militar, ya que las zonas donde se producen los ataques no podrán ser ocupadas después, provocan destrucción indiscriminada y  ruptura total del derecho humanitario, en caso de emplearse en un conflicto armado.


                       El empleo de armas NBQR es desde el punto de vista militar  un recurso para quien no puede vencer por medios más convencionales, lo que convierte a las potencias occidentales en sus potenciales víctimas, por su papel de poderoso en la denominada guerra asimétrica. Finalizada la guerra fría, la amenaza nuclear, la más potencialmente destructiva en aquel momento histórico,  pasa a un plano más secundario aunque persiste,  por la proliferación nuclear de pequeñas potencias, algunas altamente inestables como Pakistán. Las armas biológicas, químicas o radiológicas son más  asequibles para Estados menos desarrollados, incluso para grupos armados insurgentes o terroristas, aunque no obstante conviene huir de exageraciones en este sentido más propio de novela o película de ficción.          

En este contexto, la OTAN ha proyectado sus capacidades de defensa NBQR en dos aspectos: el control de la no proliferación y la defensa frente a ataques ,incluidos los terroristas, y las emisiones accidentales procedentes de instalaciones civiles como industrias químicas, laboratorios ó centrales nucleares. Las misiones concretas asignadas a las unidades militares son detección, identificación, monitorización, protección física y finalmente descontaminación.
            Tradicionalmente la Armada no se ha involucrado demasiado en la lucha contra la amenaza NBQR. Con una mentalidad posiblemente procedente de la era de la guerra fría, la defensa contra este tipo de ataques se ha considerado secundaria por su escasa probabilidad o por la menor vulnerabilidad del medio marino. Sin embargo en la última década la Armada española ha realizado un notable esfuerzo en mejorar sus capacidades frente a esta amenaza. Este esfuerzo se ha visto plasmado en varios aspectos. Por un lado se han insertado en la enseñanza de formación de los militares de carrera contenidos sobre NBQR, que han mejorado los escasos conocimientos que existían sobre la materia. Asimismo la enseñanza de perfeccionamiento se ha dotado de cursos para formar personal clave en buques y centros de adiestramiento, reduciendo la dependencia que en este sentido existía de la Escuela de guerra NBQ del Ejército de Tierra y aumentando el número de expertos disponibles. Ese esfuerzo se ha visto también reforzado con la adquisición de equipos de protección individual y de detección, aumentando las capacidades para desplazar buques o unidades a zonas de conflicto donde se necesiten. También el nivel de adiestramiento en defensa NBQR se ha ido incrementando al incluirse en las Calificaciones operativas (CALOP) de los buques, ejercicios de defensa NBQR con planteamientos cada vez más exigentes. Asimismo la industria naval ha ido incorporando en las nuevas construcciones sistemas de protección colectiva (ciudadela) que evitan la entrada de contaminación en los buques y permiten operar en zonas bajo este tipo de amenaza. Todo este esfuerzo, importante sin duda, está no obstante en sus comienzos. Gran parte del material NBQR es caducable y su regeneración es costosa y los niveles de instrucción y adiestramiento de las dotaciones, pese al incremento, son aún incipientes, salvo notables excepciones. Por otro lado queda pendiente llevar la defensa NBQR a los Estados Mayores donde aún no ha conseguido llegar, quedando en principio considerada como una capacidad de unidad y no colectiva. 


 ¿Qué medios tiene la Armada y que misiones puede desempeñar ante esta amenaza?

Los buques son plataformas bastante seguras en relación con cualquier instalación terrestre. Su estructura de acero, estanca al exterior limita bastante la penetración de agentes químicos o biológicos y reduce la del a radioactividad. El medio marino favorece bastante la descontaminación natural, es decir, a diferencia del medio terrestre donde la contaminación puede persistir sobre el terreno o la vegetación durante bastante tiempo, el agua favorece la dispersión de los agentes y por tanto la desaparición del peligro. Por otro lado los buques pueden desplazarse de una zona a otra en un tiempo razonablemente corto pudiendo por tanto escaparse de las áreas de peligro. Los buques disponen además de dos sistemas muy eficaces en la lucha contra la contaminación: el sistema “washdown” y la ciudadela. El sistema “washdown” consiste en rociar toda la superficie exterior del buque mediante agua salada a través de distintos difusores repartidos por todo el barco, con ello se desplaza la contaminación depositada en las superficies hacia el mar dispersándola. El sistema sirve tanto para crear una separación entre el buque y la nube tóxica como para descontaminar después de hacer sufrido un ataque. La ciudadela es un sistema de protección colectiva (COLPRO) adaptado al buque. Permite que todo el aire en el interior del buque se mantenga limpio y respirable aunque exista contaminación en el exterior. Para lograrlo los sistemas de ventilación se pasan a través de filtros que impiden el paso de partículas de los agentes químicos ó biológicos y se somete la zona protegida a una sobrepresión para que mantenerla estanca del exterior.

Con todas estas ventajas se ha llegado pensar que salvo ataques directos, poco probables en alta mar, el barco es una plataforma escasamente vulnerable a las emisiones de agentes NBQR. Conviene no obstante, no olvidar que el mar no es un medio aislado y que la razón de ser de los buques está precisamente en la interacción entre la mar y la tierra firme. Existen muchas situaciones en que los buques tienen su importancia en la defensa NBQR tanto como potenciales blancos como unidades útiles en la lucha contra esta amenaza. En las operaciones anfibias, por ejemplo, los buques están muy próximos a costa y muy limitados en su maniobra, lo que les hace más vulnerables, pero al mismo tiempo las unidades desembarcadas dependen en gran medida de su apoyo. El paso de estrechos, canales angostos, ó la entrada en puerto o fondeadero puede implicar asumir riesgos importantes en un escenario donde la amenaza de las armas NBQR esté presente. Por otro lado las operaciones de control del tráfico marítimo en determinadas zonas pueden implicar operar en áreas que pueden contaminarse por su proximidad a tierra.

De acuerdo con los criterios de la OTAN, las capacidades NBQR se orientan también en la mar a posibles riesgos procedentes de ataques terroristas o de emisiones accidentales. Por ejemplo monitorizar la contaminación radioactiva en la mar, motivada por el accidente de una instalación nuclear civil en la costa. Es el caso de la reciente catástrofe de Fukushyma donde por la ubicación de las instalaciones es preciso operar desde el mar tanto para vigilar la contaminación como para facilitar apoyo al personal allí desplazado en una zona de tierra devastada. Y si parece poco probable un accidente nuclear en España, aunque no hay que descartar llevar este tipo de misiones en otros países, un accidente en una planta química con liberación de nubes tóxicas resulta mucho más probable.

La amenaza del terrorismo sigue siendo la más peligrosa en esta materia, especialmente desde que el 11 de septiembre quedara demostrado que no existen límites morales para algunos seres humanos a la hora de destruir y de segar miles de vidas humanas de manera absolutamente indiscriminada. Es por tanto fácil de suponer lo que harían si dispusiesen de armas como éstas. Y pese a que el miedo en este sentido ha llevado a decisiones enormemente controvertidas que han servido también, por desgracia, para infravalorar e incluso frivolizar con esta amenaza (recordemos por ejemplo la polémica motivada al no hallar estas armas en Irak después de que ese argumento se empleó para justificar la invasión), sigue siendo una amenaza muy real. También en este sentido el mar sigue siendo un medio importantísimo, porque es donde se puede producir con más probabilidad el tráfico ilegal de estas sustancias ó ingenios, de ahí  la importancia creciente de los adiestramientos en el entorno OTAN de las operaciones de interdicción marítima, incluyendo abordaje, a buques que presuntamente transportan materiales peligrosos (Operaciones MIO en ambiente NBQR). También porque los ataques terroristas en zonas costeras pueden tener una gran repercusión en el medio marino, recordemos por ejemplo los planes de terroristas islámicos para atacar a buques de la OTAN, en el estrecho de Gibraltar en 2002, o incluso con armas químicas la base de Rota en 2005 . 

                       El actual panorama de crisis está implicando recortes importantes en Defensa. La Armada también necesita ajustarse al nuevo escenario de austeridad y forzosamente tendrá que renunciar a potenciar algunas capacidades. La defensa NBQR, considerada tradicionalmente una capacidad menor, pude ser la gran perjudicada en un momento en que los logros alcanzados no se han consolidado. Por otra parte los nuevos planes de enseñanza, acordes con la ley de carrera, también van a reducir los contenidos estrictamente militares y también aquí la defensa NBQR puede ser la gran damnificada. Esto puede suponer un paso atrás que puede costar muchos años recuperar al perderse la base desde la que levantar los cimientos. La importancia de la defensa NBQR en la mar no debe despreciarse.

 





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