viernes, 2 de octubre de 2015

LOS VALORES DE LA PROFESIÓN MILITAR



En estos últimos años la institución militar ha sufrido cambios notables con la desaparición del servicio militar ó las misiones en el exterior, mejorando sus capacidades y adaptándose al entorno estratégico.
           
Sin embargo, y pese a la importancia de estas transformaciones la esencia de la profesión no ha variado. La defensa de la nación mediante el uso de la fuerza sigue siendo la razón de ser de los Ejércitos y ello determina su especial carácter. Ese carácter tan propio se refleja en sus símbolos y tradiciones y en sus principios: el valor, la lealtad, la disciplina, el honor, el compañerismo ó el patriotismo.

A menudo el espíritu militar, recogido por autores como Calderón ó Cervantes, no es comprendido en el mundo de hoy. El legislador  ha impuesto normas a la institución como el régimen de ascensos, la enseñanza, las Reales Ordenanzas ó los nuevos proyectos de reforma de la ley disciplinaria que tratan a los militares como simples funcionarios y a la institución como una empresa más de la administración. El cambio es una auténtica desmilitarización.

Esta filosofía puramente material, que obvia la educación y los principios, está condenada al fracaso desde un punto de vista operativo. La institución militar es la más valorada por los españoles, pese a que en España no se valoran correctamente sus logros ni se interpretan adecuadamente sus misiones. La razón de ello está probablemente en la ausencia de escándalos de corrupción ,tan frecuentes en otras administraciones, y la preparación profesional de sus miembros, según reflejan las encuestas.
Sorprende que nuestros legisladores en vez de tratar de exportar los méritos de la institución militar a otros ámbitos, se empecinen en la tendencia inversa. Ignora probablemente el legislador en donde residen y por ello no da con la tecla, aunque también puede ser por prejuicios ideológicos ó intereses políticos.
Los méritos del militar no están en su organización, ni en su enseñanza, tampoco en los adelantos tecnológicos pese al progreso que han supuesto. Están en su espíritu de sacrificio, en saber mantener alta la moral propia y la de los hombres, en saber adaptarse a las circunstancias, en el compañerismo que se plasma en el trabajo en equipo, en el esfuerzo por el deber cumplido, en el liderazgo. La institución ha conservado durante siglos estos valores, sus símbolos y tradiciones y ha educado en ellos a sus miembros. El alma de la milicia, que es religión de hombres honrados, es un límite que no debe ser traspasado.

Publicado en Atenea nº 29, septiembre 2011




           

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